Lluis M Estruch | Miércoles 18 de marzo de 2015
Apepinado, inició el sobrevuelo por las instalaciones del Ayuntamiento de Vilaboi, aprovechando su tolerante transparencia de institución multipremiada.
Esto le protegía del derribo por parte de los guardias de puerta.
Captó imágenes de colas de ciudadanos a la espera de formular protestas y recibir informaciones. Había trasiego de gentes y la puerta trasera abierta mostraba más filas de ciudadanos esperando el bus y esquivando a los que se dirigían al FC.
Tras filmar los someros WCs, subió el drone hasta el 1er nivel. Allí entre mamparas se hacinaban empleados al servicio de los concejales, con tal ambiente distendido que los visitantes formales, contrastaban con los mandatarios de descuidado aspecto. ¿Estilo Podemos? En salas discretas, se agrupaban asesores que miraban recelosos los vuelos del aparato.
De repente el drone ascendió al terrado y sorprendió a unos empleados fumando con placer. Las banderas piratas aleteaban junto las ruinas del Ateneo okupado. Más allá el campanario con la Campana: símbolo local. El drone bajó hasta el Bar Gater, allí muchos burócratas se desayunaban entre risas: día de cobro. Los cables y letreros de la Galería casi atraparon la aeronave. Esta grabó diversas infracciones a la prevención de riesgos y normas antitabaco.
De allí pasó al Edificio Nuria donde se recaudaban tasas e impuestos, la salita era incómoda y el trato en el mostrador prepotente: con ancianos asustados. En el piso superior -el back office-, el ambiente relajado: aún con exceso de humanos. El ingenio voló por los bares de la Rambla algunos directivos ya avisados, hicieron muecas, pero siguieron a lo suyo. El drone continuó hasta la torre del Sol, inopinadamente filmó unas ventas de droga y en callejón escalonado el robo de un bolso. Lástima, no serviría de prueba. Llegó al edificio, una barrera humana le frenó; subió al box del policía de barrio: sonaba “Karma police”. Salió hacia “Can Barraquer” siguiendo al bedel que trasegaba correo. Una vez allí, sobrevoló rápido un museo automático, que activaba luces y voces: sin visitantes, como en las Termas romanas.
El aparato intentó entrar en el Archivo sin éxito. “Can Torrents” sobre el río resaltaba sobre los ruinosos: Ateneo y Matadero. El combustible acababa, quedaban Radio Sant Boi, el Cine Castellet . Siguió hasta CORESSA, en la masía rosada escondían su ruina, atrás la Biblioteca a medio gas frente al Rugby en leve arriendo municipal. Quedaban el quebrado FC. S.BOI, la lápida a los niños del campo de béisbol, los parkings abandonados y las instalaciones de la Policía municipal, donde colocaron una bomba. También: la viña, el rebaño caprino, los Centros: Cívicos, de Música y Arte. El drone sin combustible se cayó junto a la gasolinera de CORESSA, faltaban bosques, solares, locales, legados… ¡Eran tantas las propiedades del Ayuntamiento!