Por Javier Martínez - Redactor jefe de Delta, periòdic independent del Prat
Martes 21 de abril de 2015
La llamada “prensa de proximidad” es la que más te obliga a mantener las distancias. No siendo yo maestro en nada ni de nadie, ésta ha sido mi escueta lección inaugural para todos los entregados colaboradores que han pasado por la redacción de Delta, incluido el responsable de la publicación que usted sostiene ahora mismo.
Me piden que escriba sobre los retos de la prensa local. El de ser cercanos manteniendo las distancias es el primero que he escogido porque es el que peores tragos comporta a quienes llenan de letras nuestras páginas. Si escribes en un rotativo de ámbito catalán o estatal, informas de un curioso agujero contable en una entidad cultural de Barcelona o de Viladecans, lo mismo da; citas un par de nombres con el “presunto” de rigor por delante y aquí pan y después gloria. Si escribes en un medio de El Prat, la entidad en cuestión es pratense y en ella colaboran un vecino del redactor, su padre y dos amigos más que también lo son del tesorero, la cosa cambia. No banalizo la tarea del periodista de los grandes medios, que otras batallas librará y saldará con sudores (condiciones laborales aparte). Solo pongo el acento en que los conflictos de conciencia e intereses son constantes en la prensa local; es fácil que el relato de un vecino dé pie a una noticia, pero es difícil mantener la distancia cuando el vecino es protagonista de la noticia.
Reinventarse con las redes
Más retos. Reinventarse. Delta es una revista producida por una asociación cultural privada. Se sostiene económicamente gracias a la publicidad del pequeño comercio, las cuotas de los suscriptores y algún que otro esfuerzo extra por parte de quienes forman la junta directiva. Pero nuestro suscriptor -mayoritariamente un lector de mediana edad que vive en el casco antiguo- envejece, ley de vida, y debemos seducir a otros y de otras edades. Lo intentamos tal y como se liga ahora: por las redes sociales. Contamos con 1400 seguidores en Twitter y cerca de 1000 en Facebook. No está mal para un medio local.
Ser un medio interesante para este nuevo público implica someterse a los 140 caracteres. En las redes debemos contar las cosas con tres titulares, no con un párrafo. Asumamos que el nuevo público lee en pantalla y su dedo destierra rápido y sin piedad aquello que no capta su atención. Nuestros perfiles en las redes sociales deben ser la puerta de entrada a un contenido que después explicará y analizará las cosas con el plus de oficio y calidad que supone la redacción periodística.
El reto derivado de lo anterior es transformar esa gran interacción virtual en lectores reales. Lo intentan desde hace tiempo medios como La Marea, La Directa, Eldiario.es o el más reciente Crític, que buscan el compromiso de suscripción del lector. A cambio -y de momento- se permiten no ceder sus portadas al envoltorio de una entidad bancaria y se comprometen a ejercer un periodismo social y de denuncia al margen de los intereses de grandes almacenes o compañías eléctricas. Si prospera, sería un buen modelo para el futuro del periodismo local. III