Imanol Crespo | Martes 21 de abril de 2015
El Prat de Llobregat se congratuló, recientemente, con un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada que la situaba como la ciudad de España con menos desigualdades, es decir, con menor diferencia entre rentas.
Esta estadística evidencia un nivel de bienestar que sumado a que es una ciudad tranquila, llana, bien comunicada; que tiene un casco urbano más bien reducido pero también las zonas agrícolas y naturales del Delta además de la recuperada playa; que combina los servicios de una gran ciudad con el espíritu local que caracteriza al extrarradio; por todo, El Prat es una buena opción para vivir, pese a los prejuicios de muchos. Y si no se lo creen, miren los precios de los pisos. ¡De locura!
Grandilocuente Ensanche Norte
Justo en el momento antes del estallido de la crisis, El Prat presentó dos proyectos urbanísticos de expansión, entre ellos, uno excesivamente ambicioso y, seguramente, inalcanzable. De hecho, actualmente, continúa en vía muerta. Se conoció como el Ensanche Norte y pretendía cubrir la Gran Vía con un boulevar de casi cien metros de ancho -una barbaridad- que gracias a una leve pendiente superaría la única frontera que le queda a la ciudad en su lado norte, después del soterramiento de las líneas ferroviarias.
Al otro lado, el Ayuntamiento y la Generalitat urbanizarían una gran zona de 200 hectáreas, con casi 8.000 viviendas, la mitad de protección oficial. Ahora mismo, El Prat ocupa unas 380 hectáreas; por tanto, la ciudad pasaría a ser el 50% más grande y entendemos que tendría, a medio y largo plazo, el 50% más de población. Esto requiere de ofrecer también el 50% de los servicios públicos (colegios, institutos, ambulatorios...) lo que ha dejado el proyecto en la indefinición y en la cuneta. Sin embargo, la idea sigue estando pendiente al igual que el otro proyecto que se presentó y que ahora se está acabando, casi diez años después y pese a la crisis.
Nuevo instituto para el desarrollado Ensanche Sur
Se trata de la urbanización del lado opuesto, del Ensanche Sur. Una nueva fila de viviendas se alargan ya en la avenida Once de Septiembre en su lado más meridional, lo que ha permitido la creación de un nuevo barrio entre las casas de La Seda, Las Palmeras, La Granja y la Barceloneta. Las viviendas, en su mayor parte de protección oficial, han substituido ya a algunas de las pocas masías que todavía quedaban casi integradas con el término municipal, lo que suscitó algunas criticas pero que acabaron demolidas como si no hubiera solución al paso irremediable del tiempo. En cualquier caso, la implicación con el crecimiento de esta zona es tal que, muy cerca, en el barrio de la Barceloneta, El Prat ha confirmado que cederá a la Generalitat un solar para la construcción de un nuevo instituto, que estará listo para 2017-2018.
Lo cierto es que parece que el proceso de urbanización que en su momento se planteó parece inevitable. Por lo visto, a las garras de la construcción no se escapa ni el gobierno más ecosocialista. Si ha de ser así, este crecimiento de la ciudad -que todavía pongo en duda- debe ser paulatino y bien estudiado. De momento, se ha empezado por el sur; pero si sigue la recuperación, pronto se podría mirar al norte. Eso sí, sería necesaria una nueva revisión de este Ensanche Norte para hacerlo más viable, sin olvidar, por otro lado, el movimiento cooperativo que El Prat ha tenido históricamente y que ha permitido tener una vivienda a muchos de sus conciudadanos.
De no tenerse en cuenta, quizá El Prat crezca, pero quizá pierda esa primera plaza en igualdad de rentas que le honra. Prudencia. III