Dayana García Blas | Jueves 30 de abril de 2015
La 63ª edición del Trofeo Conde de Godó ha reunido, como cada año, a la élite: famosos, guapos y feos, pero ricos; cantantes, familia de la realeza, personajes que en su día dieron un braguetazo y, evidentemente, también deportistas. En fin, son todas aquellas personas que las conocemos desde la pequeña pantalla, pero que el Open Banc Sabadell de tenis las acoge en un exclusivo espacio, el village.
Este año he tenido la oportunidad de adentrarme en el universo “village”, un recito de lo más “pijo” donde sólo entras si las empresas que tienen su stand te invitan personalmente. He de reconocer que a mí no me invito ninguna, pero una tiene sus truquillos y gracias a Dios, también tengo “amigos”. Durante mi ruta supe que en el village se celebran todas las reuniones importantes y de negocio de la semana en Barcelona, de ahí que abundan los trajes y las corbatas.
La comida… si algún día váis al village, ni se os ocurra comer en el restaurante porque cuesta unos 90 euros el menú, es decir, un riñón. Yo ni entré, pero fuimos más “smarts” (que ahora está muy de moda). Primero, nos dirigimos al Meliá y nos sacaron unas tapas de salmón por cortesía de la casa; después nos acercamos a Adeco, que merced a un poco de gracia, chispa y simpatía nos prepararon fuet, palitos, “3 olivas”, y un mix de sushi. Todo un detallazo. El casino, por jugar una partida, obsequiaba con unas gafas de sol blancas que me gustaron mucho para este verano, hasta que vi la marca “Casino de Barcelona” en grande y en rojo. Así que de promociones, las justas.
La gente del village parecía divertirse, pero no sé realmente si el vino Segura o los gin tonics de Schweppes colaboraron en esta felicidad que no compartían muchos de los personajes mediáticos que desfilaron por el parquet del espacio. Vi a Marichalar, sin infanta, claro está, y muy estirado con una americana beig ajustada y un pañuelo rosa en el bolsillo de la chaqueta, algo muy típico del sector gay fashion. También, se dejó ver el gran Abidal, junto a su familia, que sigue siendo un “crack” tanto en lo personal como en lo profesional. Me encantó conocer a Lucrecia, la cantante de las trenzas de colores de la que ya era fan de muy pequeña, y además se hizo una foto conmigo, así que me llevo un buen recuerdo. Es un amor de mujer, siempre está sonriendo, no como algunos que no tienen ni una arruga y si tienen alguna por reírse, se la quitan rápido con cirugía.
Como véis, al Godó no se va a ver el tenis, sino más bien a hacer negocios y cotillear. Pero he de decir que me impresionó el nipón Nishikori Kei por la concentración que tiene a la hora de jugar y las pelotas que lanzaba en oculto, que por eso, finalmente, ganó el trofeo. No obstante, el partido de más tensión fue el de Pablo Andújar contra David Ferrer… Fijaros como son las cosas que en el fútbol la gente chilla y en el tenis el público ni habla, ni grita, sino que pisa “finamente” con los dos pies el suelo de la grada en símbolo de animación.
Ambos tenistas cuentan siempre con dos chicas que no se mueven y llevan un paraguas amarillo patrocinado por Schweppes. La finalidad: decorativa. También, os explicaré los baños del village porque a pesar de ser lavabos que parecen movibles, presentan un lujo integrado de lo más cool, es decir, hay 4 espejos grandes, muebles de tendencia, grifos de los caros, etc. Se nota que el evento mueve mucho “money” y a gran escala, y es que aunque parezca que no, la gente rica en Barcelona abunda.