24-m: especial eleccions
La Contracrónica - Por Jesús Vila
Jesus A. Vila | Viernes 15 de mayo de 2015
No. No era el debate, o la mesa redonda o la exposición de líneas programáticas que nos merecíamos, pese al esfuerzo de esta casa por dar voz a todos los que van a disputarse los ayuntamientos el 24 de mayo.
No lo fue por muchos motivos, el menos importante de los cuales la poca seriedad de algunas fuerzas que ni siquiera se acercaron a nuestra redacción. A eso se le llama desprecio a la prensa y, consubstancialmente, desprecio a los ciudadanos, desprecio a los votantes y desprecio al rigor exigible a quienes pretenden representarnos. O desprecio, o algo peor: insolvencia. Falta de aparato, falta de personal o falta de discurso. Me atrevo a pensar que de todo un poco.
Lo dicho, de 9 solo estuvieron 5. Y de los cuatro que faltaron, podríamos disculpar a medias a la gente de Podemos porque no se presentan con sus siglas, aunque ahí estarán. Y quizás a la CUP porque no tendrá candidaturas en todas partes... Absolutamente irresponsables la gente del PP y los de ERC. Han sido históricamente poco decisivos en el territorio. Se merecen serlo menos.
De los cinco que estuvieron, tres estarán previsiblemente entre las cuatro primeras fuerzas (la cuarta, es el guirigay de candidaturas locales amalgamadas por los de Podemos). ICV seguirá manteniendo probablemente algunas parcelas de poder y PxC, que ya era residual, puede serlo todavía más, si las coses mejoran.
Sin sorpresas
La fórmula elegida por El Llobregat para que se explicaran, ponía más el acento en las propuestas que en la controversia. Y ganas de controversia solo tenia el representante de Ciutadans que, si las encuestas aciertan, podría dar perfectamente la campanada. Los demás que estaban allí —de PXC voy a hablar poco por razones obvias— tampoco tenían muchas ganas de trifulcas, la verdad, algunos porque eran gatos viejos —Rañé (PSC) y Llop (CiU)— y Funes de ICV, porque con reivindicar pasado, tenia bastante.
Aburrido, ciertamente, porque lo que les oímos a PSC, a CiU y a ICV ya lo habíamos oído antes en otras campañas y porque lo que le oímos a Ciutadans tenia escasa réplica. En honor al representante de quienes están llamados a dar un susto, hay que decir que fue el que le puso más ganas y, sobre todo, el que presentó un aire más renovador, algo más de chispa. Esto no es una crónica de lo que dijeron. Es una crónica de ambiente, de sensaciones, del aroma de los mensajes. Y ahí ganó Ciutadans que reivindicó unos ayuntamientos que rindan cuentas a la ciudadanía, política de proximidad —potenciando los consells y los regidores de barrio— y la creación de mecanismos para que los ayuntamientos se abran a la gente. Es evidente que la participación, la transparencia y la rendición de cuentas son los mensajes de la ruptura de los años que vivimos, como antes lo fue la gestión, los equipamientos y las infraestructuras, en los años de la reforma que parecen fenecer. Por cierto, sobre lo que insisten especialmente de nuevo, los que han gobernado desde siempre. Siguen hablando de buena gestión, de mejorar las infraestructuras y de luchar contra el paro. Ellos, que lo único que han hecho ha sido gestionar monolíticamente —todo para el pueblo, es un decir, pero sin el pueblo—, comerse el territorio a base de urbanismo, polígonos y carreteras, cada uno colapsando su casa, para que ahora descubramos que no es difícil ir de Abrera a Barcelona, lo complicado es ir de Abrera a El Papiol que está a dos pasos. Y de luchar contra el paro, los mismos socialistas que aprobaron aquella vergüenza histórica de la reforma laboral.
Y hablan de explicarse, sobre todo explicarse. Explicarse bien, decía Rañé, que para eso el PSC, también en la comarca, ha sido el mejor torpedo para el hundimiento del periodismo crítico. “No se puede hacer lo que no se puede explicar”, dijo Rañé. O porque es ilegal, o porque no interesa a nadie.
En cualquier caso, si no hay testigos, mejor que mejor. Porque lo que es ilegal o lo que es sobrero, solo se puede explicar si hay alguna voz independiente que tiene espacio y compite en igualdad de condiciones con quienes están subvencionados para explicar solamente lo que el poder quiere que se explique. Aquí en el Baix Llobregat de eso sabemos mucho. Yo diría que la historia del periodismo de la comarca de la Transición para acá, es la historia de la supervivencia frente al PSC y, en menor medida, pero también, frente a ICV.
Pesimismo vs. Optimismo
Y esto es lo que dio de sí el debate. A Llop no le hace falta ver para ser brillante porque tiene una memoria prodigiosa y porque sabe que su clientela electoral es presidencialista, quiere una buena gestión de los servicios comunes y, si todo eso se hace en catalán, “oli en un llum”. Como hay que estar al día, habló de la democracia deliberativa y tuvo tiempo, como no, de culpar a España de todo lo que queda por hacer.
Exactamente lo que, según Rañé, se ha de reivindicar para el inmediato futuro, terminar lo que está empezado, mejorar la calidad ambiental y crear empleo. Por cierto, también en la construcción, que para eso los consistorios del PSC todavía tienen unes cuantas hectáreas que echarse al gañote. Y mejorar el transporte público y la agricultura. Eso el PSC, que si les dejan se vuelven a vender lo poco que queda de Parc Agrari por el plato de lentejas de Eurovegas, algo que, si hubiera conciencia de comarca, no debería perdonárseles jamás de los jamases.
Funes reivindicó el pasado, ya decía. Treinta y seis años de honradez. Ellos que siguen siendo una izquierda “de debò” cada día más camaleónica a fuerza de mimetizarse con esa forma de hacer política que todo lo justifica en la responsabilidad y en lo políticamente correcto. Reivindicando el pasado, porque no se atreven a reivindicar el futuro. Por que, como explican los de Podemos, hay todavía mucha casta con los pies de barro en sus filas.
Seamos pesimistas. Las cosas seguirán igual porque mandarán más o menos los mismos. Hasta el representante de PXC se atrevía a criticar el clientelismo de los poderosos: coses veredes...Y ahora, seamos optimistas.
La prensa libre seguirá aquí para que los de siempre tengan que oír, aquello que quisieran silenciar. III