Para Artur Mas y Oriol Junqueras las elecciones eran un plebiscito. Y en un plebiscito lo que se cuentan son los votos, aunque ahora, los mismos que lo impulsaron, ya no hablan de votos sino de escaños aprovechándose de una Ley Electoral que hace que un voto en Lleida valga casi el triple que un voto en Barcelona.
Cataluña tiene miles de personas sin trabajo y con dificultades para llegar a final de mes, y ese debería ser el eje de las políticas públicas que cualquier gobierno sensato debería tomar como referencia y prioridad absoluta.
Ya hemos visto que el gobierno de CDC con sus socios de ERC no ha tenido complejos en realizar recortes en educación, sanidad y bienestar social, castigando a nuestra comarca, el Baix Llobregat. Una comarca que aporta a Cataluña mucho más de lo que recibe. Sin embargo, no hemos visto que ni CDC ni ERC muevan un solo dedo para buscar el equilibrio o compensar el esfuerzo que hace nuestro territorio. Ello nos demuestra que algunos se están sirviendo del independentismo para tapar sus vergüenzas. Esos que vociferan España nos roba, tratan de tapar lo que todos sabemos ya sobre la familia Pujol, los Millet y compañía. A esos, ¿les habrá faltado ahora el 3%...de los votos?
Puede que existan determinadas personas, que aprovechándose de la buena voluntad general, han visto en la independencia una oportunidad de saltarse la ley, de hacer con impunidad lo que les dé la gana. Quizás, sólo a esos, les molesta España y las normas o las leyes de un Estado de Derecho porque lo que prefieren realmente es convertir a Cataluña en una república bananera, anhelando un régimen comunista o totalitarista al más estilo cubano o Corea del Norte. Pero los catalanes somos gente con sentido común, gente legal, y hemos dicho alto y claro, que queremos seguir siendo catalanes y españoles. III