Los próximos Messi, Iniesta, Puyol, Busquets o Piqué vivirán y crecerán en el corazón del Baix Llobregat, concretamente en la Ciutat Esportiva Joan Gamper del FC Barcelona de Sant Joan Despí, donde se encuentra la más reconocida y admirada universidad del fútbol de la historia del fútbol, el Centre de Formació Oriol Tort, popularmente conocida como la Masia.
La relación de esta singular y exclusiva escuela de cracks y del propio Barça con su entorno geosocial deben ser objeto de análisis y acaso de rectificación o de un cambio de estrategia frente al estreno, prácticamente a la vuelta de la esquina para la temporada 2017-18, del nuevo Miniestadi como resultado de la ampliación de la Ciutat Esportiva azulgrana.
Allí es donde el filial del Barça, el equipo nodriza y estrella de la mejor cantera futbolística del planeta, disputará sus partidos en apenas un año y medio. La prisa está justificada. Con el traslado el Miniestadi del Camp Nou será inmediatamente demolido para construir sobre sus escombros un Palau Blaugrana de dimensiones colosales, requisito imprescindible por otro lado para tirar abajo el vetusto Palau y poder acometer la gigantesca reforma del Camp Nou dentro del ambicioso proyecto Espai Barça.
La cuestión destacada es que el Barça B no volverá nunca más a Les Corts, donde lleva malviviendo en soledad y aislamiento desde 1982, cuando se inauguró el Miniestadi con la previsión de convertirse en un santuario del barcelonismo.
Sus 15.000 localidades, sin embargo, nunca han sido ocupadas por un público estable, leal ni comprometido y eso que han pasado allí todas las figuras de la cantera del Barça como Guillermo Amor, Luis Milla, Guardiola, Ferrer, Sergi, Iván de la Peña, Puyol, Valdés, Xavi, Piqué, Cesc, Messi, Iniesta, Busquets o el mismo Deulofeu por citar sólo algunos de los hijos de la Masia que han cursado el bachillerato en el Miniestadi.
Fidelizar con el entorno
Abierto gratuitamente a todos socios del FC Barcelona apenas un millar de ellos y otro millar de acompañantes o espectadores ocasionales han constituido el núcleo de la afición fija del Miniestadi.
De media, unos 5.000 menos de la cifra de espectadores que seguían en sus tiempos al Barcelona At., antigua denominación del filial barcelonista, en el campo del Fabra i Coats al otro lado de Barcelona, donde se había desarrollado un fenómeno de identificación local, es decir de los aficionados del fútbol de los barrios del entorno, con el equipo azulgrana.
Con el cambio al Miniestadi aquella afición propia de los domingos por la mañana se perdió, se quedó en casa para siempre sin que, en contrapartida, nadie en el FC Barcelona se preocupara socialmente de un traslado que acabó siendo traumático desde este punto de vista.
Paradójicamente, en Les Corts y en L’Hospitalet, los barrios agraciados en su día con la inauguración del Miniestadi, registran la mayor población de socios del FC Barcelona en proporción al resto de Barcelona y Catalunya, del orden de 40.000 socios aproximadamente que han tenido a mano la casa de filial del que es su club, el Barça, y de su cantera, pero que no se han sentido ni atraídos ni motivados.
Por el contrario, cuando finalmente la directiva del FC Barcelona ha optado por abrir las puertas del Mini a colegios y el resto de clubs con fútbol base la asistencia ha mejorado se diría que sustancialmente durante los dos últimos años.
Nueva oportunidad
Ahora que el Barça B cambia otra vez de casa a un destino inamovible en Sant Joan Despí cabe preguntarse si no vale la pena afrontarlo tanto desde el FC Barcelona como desde la comarca del Baix Llobregat, sobre todo desde las poblaciones colindantes y próximas, como una oportunidad extraordinaria de generar una identificación entre el segundo equipo del Barça, con las estrellas del futuro, las mismas por las que luego se agotan las entradas en el Camp Nou, y su entorno ciudadano, en especial el más joven y aficionado al fútbol. El nuevo Miniestadi se ha diseñado, además, con un estilo que recuerda mucho más al campo del Fabra i Coats, muy inglés y próximo, que al Miniestadi, tan frío y distante como se ha demostrado.
Juegan en contra factores de peso, fundamentalmente que un filial no puede subir de categoría, no a Primera División al menos, y que sus futbolistas están de paso camino del primer equipo o de acabar en cualquier otro equipo puntero del mundo, lo cual en sí mismo también supone un atractivo para el espectador; ningún otro equipo de promesas puede ofrecer un espectáculo futbolístico como el Barça B.
Cambio de nombre
¿Por qué no empezar, si de verdad se acaba creyendo en este modelo, por añadirle al nombre un identificativos? Seguro que le habría ido mejor al filial en el Miniestadi de haber cambiado su denominación por el de Les Corts o Barça B Les Corts, que viene siendo el barrio del Barça desde hace más de 90 años.
El guiño de complicidad desde el club debería ser, por su propio interés, sincero e inequívoco. Llamarse Barça Baix o Barça Llobregat, por ejemplo (estas son sólo unas ideas), definiría con absoluta contundencia la apuesta por crear un linaje distintivo y característico para el filial a partir de que estrene casa y barrio.
Luego sería preciso activar un completo pero posible entramado de conexiones, siempre en ambas direcciones, entre el Barça B y las Penyes del Baix Llobregat y entre el Barça B y el tejido escolar deportivo y formativo-futbolístico de la comarca para priorizar el reparto de entradas y actividades entre niños y barcelonistas.
Este desafío supondría un cambio radical del concepto Barça B para el propio FC Barcelona, obsesionado en mantenerlo a sus jugadores en una especie de jaula mediática y social incomunicada, destruyendo no sólo la posibilidad de ser reconocido como un equipo desde el exterior sino también por dentro como es perceptible por su actitud globalmente lamentable de los últimos dos años.
Hoy el filial es un equipo sin alma ni tradición, sin fans ni lo contrario, descuidado en cuanto a su relación con el mundo, un desastre conceptualmente hablando, en especial con sus vecinos. Ir a otro barrio podría ayudarle en todos los sentidos si en lugar de entrar de noche y a hurtadillas en la Ciutat Esportiva, de espaldas a su entorno, lo hace extendiendo la mano y queriendo hacer amigos.
De lo contrario pierden todos, el Barça B el primero porque no es lo mismo jugar para nadie o por nada como hasta ahora en el Mini que responder ante una afición amiga, entregada y exigente como lo es cualquier buena afición.
Para la comarca no puede haber mejor estímulo que conquistar el corazón de los Messi, Iniesta o Neymar del futuro. III
El nuevo Mini construye sobre una superficie de 26.811 m2 adquirida al Tennis El Forn a finales del año 2013, situado junto a la Ciutat Esportiva, una calle por debajo lo cual ha exigido una reordenación que contempla la anexión de esta vía de separación. En total la Ciutat Esportiva se amplía a 162.905 m2, un 26% superior a la actual.
Si se pasea por los alrededores ya son visibles las primeras obras consistentes en el desmantelamiento de las estructuras fijas y montadas del desaparecido club de tenis. La capacidad final del Miniestadi será de 6.000 asientos, en un recinto sostenible y con todos los servicios para los espectadores, que cumplirá con la normativa LFP para Segunda División y con la normativa UEFA para las competiciones UEFA Youth League y UEFA Women ‘s Champions League.
Por capacidad será mucho más pequeño que el actual estadio donde juega el filial, pero la totalidad de las localidades será cubierta.
Estos próximos meses el FC Barcelona colaborará en la urbanización y en la creación de plazas de aparcamiento para facilitar el aparcamiento de vehículos en la zona, así como para facilitar el acceso de peatones llegados en transporte público.
La transformación urbanística permitirá rehabilitar una masía catalogada, Can Felip, ubicada junto al nuevo Miniestadi, probablemente para uso propio del club.
El estudio de arquitectos Batlle i Roig, de Esplugues, ha sido el ganador del concurso arquitectónico, con un presupuesto de 12 millones (8 para el estadio y 2 para un aparcamiento y obras de urbanización). Batlle i Roig ya desarrollaron la Ciutat Esportiva a partir de 2000 cuando comenzó su construcción así que conocen el suelo que pisan mejor que nadie.
Las posibilidades viales y de comunicación de la Ciutat Esportiva no están limitadas pues el proyecto inicial prevé la un acceso directo desde la autopista y se podría construir un apeadero para la línea R1 de Rodalies antes de la parada de Sant Feliu. III