En la segunda entrega de esta sección que aspira a saber de qué hacen ahora quienes en tiempos pretéritos jugaron un papel destacado en nuestro territorio, Pujana no deja títere con cabeza. A su pesar, además de ser el primer alcalde socialista de la Transición también ha pasado a la historia por ser el primer condenado por tráfico de influencias, mucho antes de que la corrupción a gran escala impregnara la política de nuestro país.
La empresa a la que el ayuntamiento le adjudicó las obras de construcción de un aparcamiento empresa por casi 500 millones de pesetas se había constituido dos semanas antes de la adjudicación, no estaba inscrita en el registro administrativo para poder realizar obras contratadas por la administración pública y aún se encontraba tramitando un aval de 118 millones. Pero Pujana no se embolsó ni una peseta. Y así le va.
Juan Ignacio Pujana (Barcelona, 1948) fue el primer alcalde democrático de L’Hospitalet de Llobregat después del franquismo. Ocupó el cargo durante 15 años y dimitió en mayo de 1984 después de que el fiscal le acusara por la adjudicación de las obras de un aparcamiento municipal, un caso por el que acabaría condenado en 1995 a seis años de inhabilitación. También estuvo inmerso en otros dos procesos judiciales, uno de los cuales no llegó a juicio y en el otro fue absuelto.
“Juicio político”
Han pasado ya 32 años desde que estallara aquel escándalo y Pujana accede encantado a hablar del pasado, presente y futuro, pues desde entonces está alejado de la política y del PSC, partido en el que dejó de militar, pero al que sigue votando. Todos los sondeos daban vencedor al PSUC en las primeras elecciones de democráticas de 1979, con el escritor Francisco Candel como cabeza de lista, pero un joven candidato socialista de 31 años derrotó a los comunistas de la época.
Pujana califica sin reparos de “juicio político” el caso que le desalojó de la alcaldía y asegura que sufrió “una persecución constante” dentro del PSC para que dejara el cargo. “En 1979 yo tenía que ir el cuarto o el quinto en la lista, y los candidatos a encabezarla eran Garcilaso Aguado y Juli Morera, que provenían de la federación del PSOE y del PSC”, relata.
“Como había esa disputa interna quisieron buscar un candidato que asumiesen todas las partes”, continúa explicando, y fue así como acabó de alcaldable y derrotó a las encuestas. “Lo que no preveyeron es que yo estaba en el movimiento vecinal de Bellvitge, que era el secretario general de la UGT en L’Hospitalet y también tenía cargos en el partido, con lo cual arrastré más votos de los que se pensaban”, explica Pujana.
Maniobra socialista
La victoria, lejos de calmar a la familia socialista, avivó las luchas internas. “Allí se empezó a incubar algo contra mí, porque había un tapado que era el teniente de alcalde de urbanismo, García Grau, que era el que tenía que ser el próximo cabeza de lista, pero antes tenía que sustituirme a mí con dos años de margen para proyectarse como alcalde”, evoca Pujana.
Joan Saura, entonces concejal del PSUC en L’Hospitalet, le advirtió que se estaba incubando dentro del PSC una maniobra contra él, pero en un principio no le hizo caso. Hasta que se dio cuenta y empezó a actuar, explica el exalcalde. “Yo pensé que el PSUC quería crear una distorsión en el grupo socialista para aprovecharlo en la siguiente campaña”, confiesa Pujana, pero no era así.
En paralelo, el alcalde y los suyos, se hicieron con el control de la federación del PSC de L’Hospitalet “y eso en la calle de Nicaragua cayó fatal a Josep Maria Sala, José Zaragoza y Miquel Iceta porque no podían tener una persona incontrolada, que no era afín a sus formas de acción política”, dice de sí mismo Pujana. Y es así, como, según él, se acabó prefabricando la causa judicial para condenarlo.
“Con algunas personas de la dirección del PSC acabé bien, como en el caso de Raimon Obiols, que me consideró, cosa que otros no hicieron”, explica. “Alguno de los famosos capitanes del Baix Llobregat estuvo en terreno neutral, lo que me pareció muy desagradable, porque nos conocíamos desde la federación catalana del PSOE en 1974, pero la vida es así y las personas también”.
¿Cómo se lleva con Celestino Corbacho, el que fue su sucesor en la alcaldía? “No mantengo ninguna relación ni tampoco la preciso, más allá del gesto educado de saludarnos si coincidimos en algún acto y nada más. Me sentí totalmente traicionado por él y por algunos otros que luego me han pedido perdón”. Pujana recuerda que Corbacho militaba en la agrupación socialista del Eixample, en Barcelona, y pasó a hacerlo en L’Hospitalet, “donde se puso al servicio de José María Sala, ni más ni menos”.
Primer condenado
Pese a la crítica a quien entonces era secretario de organización del PSC, Pujana también explica que cuando dejó el ayuntamiento habló con Sala y logró un trabajo de comercial en una oficina internacional de un grupo hotelero.
“Estuve en Cuba un año y medio yendo y viniendo cada mes”, hasta que me cansé de tanto vuelo”. Empezó entonces otra nueva etapa como gestor urbanístico e intermediador inmobiliario y con posterioridad trabajó con su hermano, arquitecto de profesión, en proyectos de la construcción, en algunos casos con más fracaso que éxito. Finalmente Pujana creó su propia empresa de reformas y rehabilitación, que es a lo que se dedica ahora. Estuvo viviendo un tiempo en Gavà y después de diversos avatares personales, hace tres años que se instaló en un piso de alquiler en el barrio de Santa Eulàlia, en L’Hospitalet.
El exalcalde tiene una visión muy distinta de los hechos ocurridos a la que relata la sentencia condenatoria del juicio que acabó con su carrera política. El fiscal le acusaba de haber cobrado 14 millones de pesetas de comisión a cambio por influir en una sociedad municipal para que adjudicara las obras de un aparcamiento a la empresa de un amigo del alcalde.
Pujana fue absuelto de cohecho y falsedad pero se convirtió en el primer cargo público condenado en España por tráfico de influencias, después de que se introdujera este delito en el Código Penal tras el caso Juan Guerra.
Sugerencias al PSC
“Aquello se lo sacaron de la manga, porque la adjudicación no dependía de la empresa municipal, sino de los dueños de la sociedad adjudicataria del párking. No tenía nada que ver, como no tiene nada que ver porque se me acusara de un tráfico de influencias inexistente”, relata Pujana. Por ese motivo, añade, “difícilmente pude influir yo en el presidente del consejo de administración si no dependía de él la decisión”.
En clave de política actual, Pujana se muestra crítico con el PSC, “porque no encuentra el norte para convertirse en un partido de las clases medias y trabajadoras” y considera que los últimos dirigentes que ha habido deberían
haber “limpiado” el PSC de cuadros y exconsejeros que filtrearon con el soberanismo antes de darse de baja.
De Iceta asegura que “es un muy buen estratega e ideólogo”, pero no lo ve como líder del PSC. Sobre Mas piensa que es “un funambulista que ha traicionado a los catalanes, porque con la independencia pretende esconder la corrupción” y tampoco se muerde la lengua con Núria Marín, la actual alcaldesa de L’Hospitalet. “Si gana Ciudadanos en la ciudad es que algo está fallando en la gestión y en la relación con la ciudad.
A Núria Marín le falta empuje. La están asesorando mal. Tiene que vivir más en la calle, hablar más con la gente y dar menos conferencias”, concluye Pujana. III