¡Menudo descubrimiento! ¡Nunca lo hubiese imaginado!, y yo que en mi ingenuidad me había creído aquello de que el trabajo es salud…
Imagino que el periódico en cuestión debía estar hoy falto de noticias y los autores americanos del estudio sobrados de tiempo y dinero, pues ni la noticia es precisamente sorprendente ni para llegar a esa conclusión hacían falta muchas horas de estudio. Pero esta absurda noticia me viene al pelo para comentar otra de mayor trascendencia y realmente triste. La histórica cadena de electrodomésticos Miró, con sede central en Martorell, cierra definitivamente y anuncia el inicio del despido colectivo de toda su plantilla, en concreto 339 personas, ¡ahí es nada!
Es un acontecimiento que para mí tiene, además, un cierto componente personal, pues hace ya muchos años fui empleado de la compañía, aunque solo por dos días. La cadena estaba por aquel entonces en pleno auge, necesitaban más y más empleados para sus nuevas tiendas y, para mi sorpresa, me contrataron como vendedor en una de ellas. Me destinaron a una tienda en Barcelona, por Vía Julia, a la sección de electrónica en concreto. Así que allí estaba yo, filósofo en ciernes, intentando vender televisores y vídeos a los infortunados clientes que tuvieron la mala suerte de caer en mis manos. Yo, que me he resistido hasta el final a tener un Smartphone, ¡vendiendo tecnología! No creo haber sudado tanto en mi vida y eso que era febrero, ¡ni vendido tan poco! Curiosamente, sin saber por aquel entonces nada del “impresionante” estudio del que les acabo de hablar anteriormente, vi claramente que aquello no era lo mío y tras dos días de martirio, abandoné. He de decir que los entonces gestores de Miró se comportaron conmigo con comprensión y señorío, siempre les estaré agradecido.
Quería comprar una empresa española cada mes
Desconozco si a los actuales empleados de Miró les gustaba o no su trabajo, y si por culpa de ello sufrían depresiones o insomnios, lo que sí sé es que a partir de ahora muchos de ellos, desgraciadamente, van a padecer alguna de estas enfermedades, ya que se quedan en el paro por obra y gracia del grupo suizo de capital riesgo Springwater, un fondo “buitre” propietario actual de la compañía tras haberla comprado a precio de saldo.
Curiosamente Springwater anunció hace pocas semanas el cierre de Unipapel, otra empresa histórica de la que también se había convertido en dueño. En el caso de Unipapel son 316 trabajadores los que se quedarán sin empleo. Maravillas del capitalismo descontrolado. Este “caritativo” fondo de inversión, está presidido por Martin Gruschka, un tipo que en el 2015 afirmó que iba a comprar una empresa española cada mes. Espero que no haya conseguido su propósito, o que, al menos, no las haya cerrado todas, aunque me temo lo peor. En cualquier caso no creo que un tema “tan menor” como el que casi 700 personas pierdan su modus vivendi le preocupe lo más mínimo. Increíblemente, a los tipos como Gruschka seguro que les gusta su trabajo, pese que uno no acierte a comprender por qué. Estoy seguro además que después de cerrar una empresa y deshacer la vida de cientos de personas, él duerme a pierna suelta, sin saber nada de insomnios ni depresiones, al fin y al cabo es un hombre sin conciencia. Mientras tanto, este ex empleado de Electrodomésticos Miró, que sí la tiene, sufre por los que durante dos días fueron sus compañeros y desea que puedan salir con bien de esta situación. III