La linfa es el sistema que limpia nuestros tejidos. Además de la circulación sanguínea, contamos con este sistema hídrico interno que se encarga de recoger y eliminar los líquidos y toxinas generados por los diferentes órganos y tejidos. Sin embargo, a veces el sistema se estanca y no fluye con la eficacia necesaria, cosa que se traduce en diversos problemas de salud. Entre ellos, muchos que afectan a la piel. Tod@s sabemos que la retención de agua en los tobillos, que provoca piernas hinchadas, suele ser un problema linfático que puede afectar gravemente a la circulación sanguínea y provocar varices, entre otros problemas cardiovasculares.
Pero también un insuficiente drenaje causa bolsas y ojeras en el párpado inferior, está en el origen de la celulitis así como de problemas de sequedad de la piel, rosácea o acné, ya que, al no poder eliminar las toxinas, éstas se acumulan en la piel y provocan que ésta no consiga funcionar con normalidad y no se pongan en marcha los procesos de limpieza, regeneración y renovación.
De hecho, un mal funcionamiento de la linfa provoca fatiga y afecta gravemente a nuestro sistema immunitario, haciéndonos más propensos a contraer infecciones. Una buena forma de activar la linfa es andar, aunque a veces no es suficiente.
Para ayudar, puedes estimular el drenaje linfático con masaje en algunos puntos del cuerpo. Antes de empezar, ten en cuenta que se trata de un tipo de masaje muy suave y lento para ayudar a «empujar» la circulación de la linfa. Por tanto, no hay que apretar fuerte ni frotar la piel. Tampoco es necesario usar ningún tipo de aceite o cosmético, ya que no se trata de hacer penetrar activos, sino de estimular la eliminación de líquidos.