Había oído hablar a mi parentela, desde mi exilio santboiano, de sus hazañas como “tertuliano” y sus resonantes sentencias mediáticas: librería Europa, la Aviación militar italiana…
Y poco más sabía de él hasta que coincidimos en un viaje a las islas Galápagos y Ecuador en grupo no muy numeroso y en el que sus amigos predominaban. Ellos cada año elegían un destino y se avisaban para las reservas. El viaje resultó duro por las malas carreteras, los regulares alojamientos y “el mal de altura”, también por los trasiegos isleños que debían hacerse en lancha neumática lejos de puerto; todo ello hizo que entre los viajeros existiera camaradería y que las distancias se acortasen. Santiago Vidal, menudo y locuaz, no es un hombre distante -al contrario-; es afable, educado y con sentido del humor. Y sí, es cierto que ya en 2013 se apasionaba no con su anarquismo juvenil sino con el nacionalismo catalán.
Ahí sí dejaba ir sus opiniones radicales, dado que aún ejercía.
En una ocasión le pregunté como el Consejo del Poder Judicial le “consentía” sus atrevidas opiniones y él le quitó importancia atribuyendo su libertad a un tipo de “espíritu de cuerpo” en la carrera judicial que toleraba los criterios osados, siempre que quedaran en esto.
Recuerdo que dejamos la política y me contó que tenía un hijo mecánico en un equipo importante de motoristas de campeonato. Ya acabando el viaje se produjo en Guayaquil y antes de partir hacia Barcelona en el avión de Iberia -sentados todos en él-, un decomiso de varios kilos de cocaína camuflados en los asientos. El incidente provocó la retención del avión y cuando parecía que pasaríamos la noche en Guayaquil, Vidal y una jueza amiga, intervinieron cerca de las autoridades locales para informarse y conseguir que nuestro avión enfilara Barcelona aunque con retraso.
Ahí vimos la capacidad y tacto de Santiago Vidal que no en vano había sido “juez de vigilancia penitenciaria” y nos calculó el valor millonario del alijo decomisado. En otras situaciones de coincidencia ocasional siempre se mostro cortés, divertido. Poco después vino la suspensión por sus trabajos de la “Constitución catalana” y su entrada en política, con ERC sonando como conseller de Justicia y acabando de senador hasta hace unos días en que ha sido sustituido por un jugador de críquet de origen indio.
Creo que Vidal no esta loco, ni tiene un ego superlativo, ni tan solo en sus conferencias de la ANC haya “mentido” del todo ; creo -y pronto lo veremos en función de lo decidido en Vilafranca por la CUP- que el proceso seguirá hacia un choque próximo. Y que Vidal, experto legal y hombre que conoce la administración estatal hasta por genética, simplemente ha dado avisos y detalles de las estratagemas y ardides que se pondrán pronto en marcha. Otra cosa es que a ninguno de los dos bandos enfrentados les convenga una figura “que no tiene pelos en la lengua” y explica de manera asequible los recovecos y detalles que puede tener un proceso separatista.
Vidal ¿exagera?, es del Penedés, apasionado pero cabal, nada que ver con los falsarios de la Caja Penedés, por ejemplo.