“Moonlight” es la segunda película como director de Barry Jenkins, con la primera “Medicine for a melancholy”, en 2008, ya llamó la atención.
Tengo la sensación de que hay muchos elementos biográficos de Jenkins en su segunda película, de la que también ha escrito el guión y que se basa en una historia de Tarell Alvin McCraney.
Jenkins nació en Miami (Florida), el 19 de noviembre de 1979. Cuando tenía doce años su padre falleció. Este se había separado de su madre creyendo que Jenkins no era su hijo biológico. Durante su infancia, Jenkins fue criado en apartamentos pequeños por una mujer y realizó sus estudios en Miami Northwestern Senior High School.
En Miami ha rodado, precisamente, “Moonlight”. Nos cuenta la historia de Chiron. La acción arranca cuando es niño y sufre acoso escolar. Chiron es pobre, negro, gay y su madre es drogadicta. No ha conocido a su padre. Pasa hambre. Tiene todos los números para ser carne de cañón, pero su vida dará un giro importante cuando un cubano treintañero que trapichea con las drogas le rescata del acoso de sus compañeros.
“Moonlight” es una gran película, un drama sensible en el que el paso del tiempo está tratado de forma magistral, acercándose a la realidad. Jenkins muestra muy buen los conflictos y consigue que la narración se aparte de los caminos trillados.
Una de las claves para que la película emocione y trascienda está en el reparto pero muy especialmente en los 3 actores que interpretan al protagonista de niño, de adolescente y de adulto. Es un prodigio verlos en la pantalla en cada una de esas etapas. Chiron crece en una zona extremadamente conflictiva y violenta de Miami. Habla poco, sufre mucho, pero sigue adelante. Hay 3 escenas magníficas, una en cada una de las etapas que abarca el relato. La escena final en la cafetería, su respuesta en la clase a la agresión que ha sufrida en la calle y cuando aprende a nadar con la ayuda de Juan, el cubano con el que entabla amistad y que le ayuda y apoya.
El aprendizaje es uno de los temas importantes en “Moonlight”, también la lucha por la supervivencia en sus difíciles circunstancias. Jenkins sabe sacar mucho partido al fuera de campo y también al transcurrir de los acontecimientos, sabe manejar los tiempos de forma inteligente y dejar elementos importantes para que el espectador los reconstruya, al que logra hacer partícipe de la historia.
Superado casi siempre por los acontecimientos, Chiron busca su lugar en el mundo y mantiene unos gestos que en la escena a la que me refería al principio, su antiguo compañero de clase le habla, para definirlo, para acercase a él y darle una nueva esperanza. Ahora los dos son muy diferentes a cuando se conocieron de niños.
José López Pérez
@JLPnosolocine
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