Mientras tanto en un lapso de tiempo adecuado, acabó Derecho, con estancias académicas en el extranjero y dio clases en Gerona.
En estos días, las elegías y elogios han predominado sobre los desaciertos y errores, pero el aspecto más inédito es que a diferencia de muchos “trepas” de la política profesional, cuidó su formación y no creyó que esta dedicación fuera “eterna”. Tal vez por sus problemas de salud, apretó en sus autoexigencias personales, haciendo buena la máxima de “vivir intensamente” pero por su ambiente familiar de meritócratas, su madre abogada y su padre aparejador, tuvo muy en cuenta que su momento podía acabar y se aseguró una posible salida profesional.
Pensemos simplemente en nuestra comarca, en cuantos concejales, alcaldes e incluso diputados autonómicos, presumen o disimulan su falta de conocimientos y estudios de diversas maneras en sus currículos: se trasluce en ellos la voluntad de “eternizarse” en los cargos como sea y empalmar elecciones hasta su jubilación.
Dos generaciones en democracia nos han señalado a los logreros de la política, muchos de los cuales han naufragado en la corrupción. Es por ello que el pensar en el día después de la política sea un salvaconducto para el reingreso a la normalidad ciudadana.
En el caso de Chacón se da la circunstancia de su dolencia cardíaca, que no la arredró por el apoyo familiar y su talante personal. Sin embargo, gente con dificultades de salud existen cada vez más en la política: Echenique, Bonvehí, Schaeuble, Roosevelt, Kennedy, Luis Moreno del Ecuador… El mérito está en que hagan olvidar su condición doliente.
Carmen Chacón se casó, fue madre, dio clases en Miami y hace un año entró en un prestigioso bufete de Madrid, poniendo aún más distancia a su anterior vocación política. Creo que es un buen ejemplo para muchos “Komsomoles” de la política nacional y catalana que aspiran a vivir de su astucia, de su “labia” y su particular teatrillo.
Porque Chacón, a diferencia de Rufián y otros, tanto en Cataluña como en el País Vasco, no renunció nunca a sus orígenes almerienses y aragoneses, fundidos en el crisol catalán, tan potente y variado que no necesita de ninguna barrera, aduana o fielato para cobrar la tasa de catalanidad. Otro detalle para tantos “Komsomoles” oportunistas: el Partido Comunista Ruso disolvió su sección juvenil “Komsomol” en 1991 tras un golpe de estado. Ya no le servía. III