Europa y medio mundo estará pendiente, este domingo, de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Francia entre Emmanuel Macron, de la candidatura centrista ‘En Marcha!, y la ultra derechista Marine Le Pen, del Frente Nacional: “Este domingo se enfrentan dos sentimientos: la esperanza y el miedo. Veremos quién gana”, ha exclamado el actual director del Instituto de Gobernanza Democrática, el filósofo vasco Daniel Innerarity, protagonista del Cornellà Creació Fòrum, con una diferente dicotomía que resume, igualmente, lo mucho que se juega Europa.
El futuro del viejo continente ha sido, precisamente, el motivo de la exposición de Innerarity en base a su nueva publicación ‘La democracia en Europa’. “No repitamos a escala europea los esquemas nacionalistas”, ha sentenciado Innerarity, que calificaba de “cutre” los argumentos de los Estado-Nación que defienden tesis, digamos, más proteccionistas respecto a otras regiones del mundo. “Tenemos que fortalecer Europa para cambiar el mundo, no para ser más competitivos y fuertes”, ha dicho en defensa de políticas más trasnacionales y globales, justo lo contrario de lo que es, actualmente, Europa, en definitiva, una yuxtaposición de países: “Para eso volvamos al Estado-Nación”.
En este sentido, el catedrático en filosofía política ha pedido incluir en la toma de decisiones aquellos otros países a quienes afectamos y ha defendido romper con la responsabilidad electoral de los políticos como único argumento en favor de otras responsabilidades “humanitarias”. De la misma manera, ha reconocido que si no hay una carta social en Europa no va a existir nunca una verdadera participación democrática: “Las democracias mejoran siendo más complejas”.
Innerarity ha celebrado los cinco escenarios que propuso Jean-Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, en un libro blanco: “Ya tenemos cinco alternativas”. En cualquier caso, según el experto, “el futuro de Europa está abierto, no está escrito”. Antes, hablando de poder, había matizado un escenario curioso e interesante en este sentido: “Si lo hacemos bien, en Europa no mandará nadie. Será un espacio de soberanía compartida y, por tanto, difuso. Esto tiene el inconveniente de que no tienes a nadie para que rendir cuentas y la ventaja de que el poder es un lugar vacío, flotante, y no personalizado”.
Quedan los que quieren estar
De la misma manera, y un poco a contracorriente de la preocupación que generó en un primer momento el célebre ‘Brexit’ del Reino Unido, Innerarity ha quitado hierro a la huida inglesa: “La ciudadanía no lo va a notar de manera inmediata porque ni estaban en el Euro ni estaban en el Espacio de Schengen”. De hecho, el Reino Unido ha sido siempre considerado el ‘awkward partner’ o socio incómodo de Europa, con lo que siempre se ha mantenido a cierta distancia de la política comunitaria en favor de las relaciones anglosajonas con Estados Unidos.
En positivo, el también profesor del Instituto Europeo de Florencia, ha destacado que el ‘Brexit’ del Reino Unido hace que la Unión Europea esté formada –ante la posibilidad de salir de ella- de países que participan de manera voluntaria, lo que aporta un valor a la comunidad.
Igualmente, Innerarity ha pedido hacer una reflexión para entender los problemas de Europa y volver a ser atractivos para la ciudadanía: “Europa ha conseguido que sea inverosímil que haya una guerra entre países del continente, pero este argumento está ya amortizado. El factor democratizador de países como, en su momento, España, tampoco se lo puedo explicar a mis hijos como argumento. Y ni siquiera el milagro económico de los 30 gloriosos es tal y si no que se lo digan, por ejemplo, a los departamentos de Asuntos Sociales de Cornellà”.
La falta de legitimidad, pues, sumada al miedo a la precariedad laboral y a la desprotección social hace que este domingo pueda haber una nueva sorpresa electoral en la que gane, precisamente, el miedo.