La creencia de que la epidemia de cólera que trajeron las tropas desde Portugal, se manifestaba después de beber agua en las fuentes y pozos que previamente los frailes y en especial los jesuitas habían contaminado, como “castigo divino” a los descreídos ciudadanos que no apoyaban a los carlistas, de los que ellos sí eran partidarios.
Todo falso por supuesto. Pero lo cierto es que el prejuicio anticlerical al respecto se alimentaba de que muchos conventos y algunos palacios disponían de pozos y fuentes en sus recintos.
La creciente necesidad se mitigó en 1848 con la traída de aguas del río Lozoya y sobre todo con la constitución de la compañía pública del “Canal de Isabel II” que trae aguas de la Sierra de Madrid de una calidad excelente. Desde entonces Madrid y sus poblaciones cercanas son abastecidas de manera ejemplar por esta empresa dependiente de la Diputación y traspasada a la Comunidad al disolverse la primera.
La empresa siempre dio beneficios con un programa de inversiones y mejoras constantes que era posible por su buena salud financiera, así como modélico su régimen laboral con un convenio de los mejores del sector a nivel nacional. El agua de Madrid tiene una calidad organoléptica excelente con un mínimo consumo de reactivos en su proceso de distribución al consumidor final. Episodios y rumores de contaminación ya no se recuerdan. Y en pleno debate de remunicipalización del sector del agua por los abusos de los operadores privados; sorprendía la manía de los políticos de la Comunidad por “privatizarla” aun dando pingües beneficios anuales. Ahora ya se entiende, con la detención y juicio del sr. González (PP) y otros directivos afines que distrajeron sobre 23 millones de euros mediante la compra de compañías de aguas sudamericanas hipervaloradas que hoy valen una miseria.
El dinero robado se empleaba en campañas publicitarias y otra parte se la embolsaban los participantes en el fraude. Cuando ya muchos ayuntamientos del Baix Llobregat están próximos a la prórroga, renovación o vencimiento de sus concesiones con compañías privadas; es muy conveniente, tener en cuenta el detalle de lo ocurrido en Madrid, donde aún siendo una empresa con beneficios y pública, han fallado los controles internos y políticos de fiscalización de su gestión.
¿Cuál será la realidad cierta del tema en nuestra comarca? Donde ya se enfrentan dos modelos de gestión de nuestra agua cara y de mala calidad respecto a la de Madrid. Por ello cuidemos de que nuestras aguas no se “envenenen” cuando venzan los contratos y que su eventual renovación o gestión no acabe en tribunales como en Cataluña o con directivos en la cárcel como en Madrid. El agua debe ser transparente siempre. Sino el pueblo se excita. III