Con grandes dosis de ilusión e ingenio, proyectaron en el ya lejano 2007 un restaurante en Gran de Gracia donde buscaban fusionar la cocina nipona y algunos productos mediterráneos de alta calidad. Era un juego de asociaciones, que, aunque arriesgada y en un entorno donde la cocina peruana empezaba florecer, encontró un público fiel.
El último ‘hermano’ del grupo nacía este mismo año en la vecina Sarrià: un local en una bella finca protegida junto a la plaça homònima. Nomo Sarrià acogió, precisamente, una cena la pasada semana con la que el grupo celebraba lo que ya es una realidad consolidada en forma de cuatro restaurantes que han conjugado una forma propia de hacer cocina japonesa (además de este; Nomo y Kuo en Barcelona, y Far Nomo en Llafranc).