“Durante su infancia y juventud, la riqueza plástica de las formas vegetales y sus metamorfosis le produjeron tal impacto, que se han convertido en una de las principales fuentes de inspiración. Otra motivación es el interés que siente por el desarrollo vital y social de las personas por lo que otorga un sentido específico en cada pieza, dotándolas de contenido simbólico. Logra así crear una narrativa integradora para todo el conjunto de esculturas”.
Con estas palabras define Marta Balada, autora de los textos del nuevo libro del autor, la exposición ‘Origen’ que el artista cubano, vecino de Esplugues y con el taller en Sant Just Desvern, ha inaugurado en la sala de arte Begemot Art & Fashion hasta el 3 de septiembre.
Una foto de las pocas que mantiene de cuando tenía 8 años y vivía en su ciudad natal, en Camagüey (Cuba), envuelto de un entorno especial como la Sierra de Cubitas, fue la idea de la que parte esta nueva propuesta que fusiona ser humano y naturaleza con esculturas robustas y delicadas, pese a huir del realismo. La exposición comienza con ‘Punto de partida’, una gran escultura central esculpida en un gran tronco de pino que refleja una semilla todavía desprendiéndose del cascarón, de madera quemada frente a la pureza del cuerpo de la semilla: “La exposición es el origen tanto de la vida humana como de los árboles, en representación de la naturaleza”, explica el artista Dogny Abreu, para El Llobregat. “Todo es una conexión con la naturaleza y con todo el trabajo que comencé cuando era pequeño”.
Dos bebés son, de hecho, los otros grandes protagonistas de la exposición. Bajo el nombre ‘Candor I’ y ‘Candor II’, Abreu muestra dos cabezas de grandes dimensiones y de forma ovalada como cualquier otra semilla vegetal, esta vez con madera de sófora japonesa sin corteza y con toda la claridad del corazón de la madera como muestra de pureza. Este binomio entre vida y naturaleza es la columna vertebral de toda la propuesta y se mantiene, de hecho, en todas las elaboraciones: ‘Confesiones’, ‘Sueños del escultor’ (representación del artista en su infancia con sus mazas de trabajo), así como las siete piezas de ‘Evolución’ y ‘El Bosque de la inocencia’, en donde podemos observar con gran maestría la evolución de una semilla y el nacimiento de un bebé en un tronco, respectivamente.
Autodidacta desde sus primeros años en los parajes de Cuba, Abreu se acostumbró a trabajar con técnicas artesanales que mantiene en su taller de Sant Just. Mide, talla y pule –todo- con las manos, lo que mantiene a la obra una autenticidad excelente que se disfruta no solo con la vista sino también con el olor. No pude evitar acercarme a más de una escultura invitado por el fuerte olor a naturaleza que desprenden. Lejos, en cualquier caso, de conformarse con la tradición, Abreu ha estrenado una primera propuesta que pone fin a la exposición en forma de pintura. Además de ‘Sueños del escultor’, sobre tela, destacan los siete rostros de ancianos que con el mismo hollín de la madera quemada ha pintado sobre corteza de nogal de más de cien años de historia: “Los modelos están inventados y reflejan cómo les veo y cómo les ha pasado su vida”. Sus ojos y muecas invitan a reflexionar y crear la vida vivida en esos rostros, unas imágenes que tienen en común la sonrisa: “La expresión de los siente me parece muy placentera. Pese a todo, siempre hay que sonreír”.
Sobre mis pasos
De la misma manera que en la exposición cuenta con la colaboración fotográfica de Ton Gasull, Dogny Abreu ha presentado, en paralelo, el libro ‘Sobre mis pasos’ con un repaso biográfico sobre sus orígenes y su trayectoria profesional. Con escuetos textos de Marta Balada, la fotografía de su obra va desde la primera maza, una piedra que la madre del autor utilizaba en la cocina, hasta su última exposición con momentos íntimos del proceso creativo.
El libro recoge desde sus primeras esculturas, obras premiadas como ‘Semilla’, seleccionada en 2015 como primer premio del Concurso de escultura Pere Jou, o creaciones como la que da título a este libro ‘Sobre mis pasos’, en la que planta un pequeño pino en lo alto de un tronco de madera de ciprés en el que están sus huellas con tierra de sus distintas ‘Raíces’: Cuba y Cataluña. Una excelente oportunidad, sin duda, para entender la obra y la inspiración del artista Dogny Abreu, autor, entre otras obras, de la escultura ‘Aguas de Llobregat’, en exclusiva, para la celebración de los Premios El Llobregat de esta publicación.