En Colombia se ha iniciado un proceso de paz que quiere sanar las heridas producidas durante bastantes años, más de 250.000 muertes entre las diferentes facciones de la guerrilla y la población civil. Durante este tiempo las heridas han sido profundas y sangrantes, con auténticas tragedias humanas (asesinatos, violaciones, venganzas y odios). Su intento por cicatrizar, que no olvidar, el dolor producido es digno de ser alabado, seguido y alentado. El Papa Francisco así lo ha hecho; su presencia en este país ha tenido como prioridad animar este proceso de “reconciliación nacional”, sin caer en una falsa ingenuidad. Las heridas tardarán en curarse, los odios necesitarán de grandes dosis de generosidad, etc. El Papa dijo en voz alta y con su autoridad moral: NO TENGÁIS MIEDO A OFRECER Y A PEDIR PERDÓN. Sólo así podrá reconstruirse un país y su convivencia.
El Papa tuvo un encuentro con víctimas que sufrieron en sus carnes el dolor por auténticas tragedias. Quiero resaltar una de ellas que llamó de forma especial mi atención: una señora narró el sufrimiento que le ocasionó la muerte de su marido y de su hijo en manos de la guerrilla. Años después recogió a un guerrillero mal herido, lo curó de sus heridas, lo alimentó y lo hospedó en su casa por un tiempo. El guerrillero en su período de recuperación vio la foto del hijo que murió en manos de un comando y reconoció ante esta señora que él mismo fue un miembro de ese comando que lo asesinó. Esta señora con enorme entereza y una misericordia heroica testimonió ante el mundo que esta misericordia cura y sana los corazones, los propios y los ajenos.
Esta señora transmitió con su experiencia que todavía hay esperanza en este mundo, que todavía hay personas que habiendo conocido el amor de Dios son instrumentos para curar los odios, resentimientos y venganzas que se generan entre las personas. Está señora agradeció a Dios la oportunidad recibida para así curarse y curar a este joven guerrillero, sin caer en una falsa dialéctica sentimental y emotiva, su dolor por la pérdida de sus seres queridos en manos de estos asesinos seguía presente.
Lástima que estas noticias no salgan en los medios de comunicación, que este grito de reconciliación y perdón no se enseñe en las escuelas, que este mensaje de amor no construya una convivencia diferente y duradera.