Esto fue por pensar inconscientemente que los exámenes serían como en la ESO. Y así fue, queridos lectores, como aprobé al límite. El resto de materias, incluso he sacado calificaciones más altas de lo que esperaba. Por eso, al terminar esta evaluación he podido concluir en cuales me debo centrar más.
En una excursión entablé amistad con unos compañeros de segundo de bachillerato. Hablando y hablando, dijeron que primero era una maravilla comparado con segundo. Si para mí este curso ya tiene su dificultad, ¿qué me deparará el siguiente? Puede que haber sacado mis notas (que he de decir que no están mal) haya sido cuestión de suerte, o puede que realmente pueda lidiar con ello. Mas la duda sigue ahí.
En la excursión hablamos también del temido trabajo de recerca. Yo lo hago en pareja, con un compañero con el que sé que lo haremos de forma muy óptima, pero aún estamos un tanto indecisos con el tema a escoger. Un año entero preparándolo, también me infunde respeto. Por no hablar de la aún más temida selectividad. ¡Pobres de nosotros!
Es como escalar una gran montaña, tipo Everest. Aunque personas que ya han pasado por las PAU me han asegurado que no es para tanto y que no tengo de qué preocuparme. ¿Pero cómo no preocuparme si de esa nota depende mi futuro? Crece cada vez más el temor a salirme del camino, a no tener la altura suficiente ni ser precisa. Tengo un gran atisbo de esperanza, que desde el fondo de mi ser me convence (o eso intenta) de que llegaré a esa meta tan ansiada, mis sueños