El relato de Elisabeth G. Iborra ilustrado por los trazos sencillos y cargados de emoción de Ruth Juan, reproduce escenas de la vida cotidiana de un niño refugiado y la de sus familias y amigos y logra reflejar lo que podría ocurrir si tuviera que vivir como niños refugiados.
“Hace un año mis padres, Anita, Cuco y yo emprendimos un viaje, el viaje de nuestras vidas. Tuvimos que dejarlo todo, nuestra casa, nuestros amigos, nuestros recuerdos...”, es el drama de los que tienen que dejar su país y su vida por guerras, persecuciones, represiones…, para buscar un futuro mejor, un futuro que muchas veces no llega. Iborra señala que ha tratado de recoger situaciones de vital importancia y que a la vez son escenas familiares y cotidianas, que que van del entorno familiar – hogar, higiene, hermanos, mascotas- al ámbito social en la escuela, amigos, deporte, etcétera. De forma que consigue “la empatía y proximidad con los miles de niños refugiados que tienen que vivir esas situaciones en el mundo”
Una app de e-learning
El objetivo perseguido en este proyecto didáctico que se amplía con una app como herramienta de e-learning, no es otro que sensibilizar a niños y familias sobre realidades adversas y qué se puede hacer para ayudarlos, además de facilitar la integración de aquellos que son acogidos en nuestro país. Unos contenidos educativos que sirven de herramientas para padres y docentes divididos en 3 temas: las otras culturas (identificación de las diferentes culturas y sus características), la inteligencia emocional (fomentar la búsqueda de soluciones pacíficas ante los conflictos, y la salud (implantar prácticas de vida saludable).
A través de juegos e ilustraciones, se transmite la importancia de educar en valores: respeto, diversidad, compañerismo, convivencia, aceptación del otro. Mediante la app se suman historias ilustradas con las nuevas tecnologías ayudando, así, a los docentes, formadores y padres a fomentar y desarrollar actitudes positivas de integración, basándonos en los principios básicos de la neuroeducación. El final del libro ha sido creado por alumnos del Lycée Français de Barcelona, basado en la esperanza y dignidad, bajo la supervisión de la profesora patrícia Agüera y la colaboración de Yolanda Bassas, abogada y voluntaria en campos de refugiados. Elisabeth G. Iborra es periodista y escritora, por este orden. Ha publicado 17 libros, entre ellos un bestseller sobre anécdotas de enfermeras, y tiene una afición especial por los gonzos, es decir, por ponerse a investigar en primera persona los temas sobre los que escribe, inmiscuyéndose, hasta la médula. III