Se trata, seguramente, de una de las experiencias más emocionantes de la vida, si no la que más: tener un hijo. Para el periodista y escritor Alberto Cabello (Cornellà, 1980) representó mucho más: ubicarse en el ecuador de su vida y ver nacer su ‘Yo’ poético que tenía latente desde siempre. Una eclosión de sentimientos y reflexiones que ha querido reflejar en su primer poemario: ‘Venir a morir aquí’.
“Soy lector de poesía desde hace muchos años; y a medida que la he estudiado se me ha ido creando un poeta que antes o después tenía que salir. Nunca me había planteado hacer un poemario, pero es hace un año, cuando tengo a mi hijo, que me siento preparado. Hizo que todas mis lecturas se activaran e hicieran palanca, precisamente, cuando menos podía dormir”, dice entre bromas Cabello en una mesa de la cafetería del Citilab de Cornellà, mientras su hijo, el gran protagonista de su inspiración e insomnio, juega con sus amigos.
‘Venir a morir aquí’ parte de la base de que existe una realidad, una verdad, que el ser humano nunca llegará a conocer de manera total, en esta vida: “Intentamos acercarnos a través de distintas herramientas hasta lo que hay más allá de la muerte: una de ellas es el lenguaje, otra la religión y otra la ciencia”, dice el autor. De hecho, la obra reflexiona sobre la vida, la religión y la ciencia, a través del lenguaje poético y su complejidad en un juego que Cabello mantiene a través de gran parte del poemario con las formas no personales del verbo: el infinitivo, el gerundio y el participio.
Infinitivo. Gerundio. Participio
Tres formas que evocan tres estados de la vida de un ser humano: “El infinitivo, que también puede ser sustantivo, es cuando nacemos. Los bebés son sustantivos, los que no pueden faltar, el centro de la familia, en una quietud activa en la que el niño está vivo pero quieto y necesita ayuda. En su extremo, el participio, que también es adjetivo, recuerda el momento final de la vida, cuando somos mayores, una etapa en la que muchas personas son desgraciadamente accesorias, en una quietud pasiva, a las puertas de morir. Estamos quietos, pero ya no hay vida, está todo hecho. Y entre medio, el gerundio, que es adverbio y que nos permite bascular entre el infinitivo y el participio. Es aquí donde se sitúa mi vida, con 37 años. Cada poema es como un movimiento pendular entre la vida y la muerte”, explica Cabello, recordando su viaje del Camino de Santiago y los pequeños poblados gallegos en donde el cementerio es limítrofe con las casas y en su interior crece la hierba –vida- mientras que a los lados pastan las vacas.
Son las tres partes centrales del poemario. Antes, ‘Momento 0’ resume todo lo que el lector se encontrará en adelante como el mencionado ‘Big Bang’, en el que en un instante todo se concentra en una fracción ínfima y con una densidad extrema. Por su parte, la parte final, ‘Afasia’, cierra el poemario en círculo “del silencio al silencio; igual que venimos al mundo sin hablar, nos marcharemos de él seguramente igual”. Antes, el poema que da título a su primera obra poética, ‘Venir a morir aquí’, pretende despertar, sabedores de la muerte, el máximo vitalismo posible “en cada minuto, en cada segundo, en cada centésima de segundo que pasamos por este mundo”.
En cualquier caso, será opción del lector, libre, interpretar cada una de sus palabras: “El poeta acaba conduciendo al lector como Moisés al pueblo, a través de un desierto que varía la hoja de ruta, pero que cuando llega a la tierra prometida, no será él quien la pise. Será el pueblo; los lectores”.
Mucha poesía joven en el Baix
Periodista y Doctor en Filología Hispánica, no es la primera incursión de Cabello en el mundo de la literatura. En 2010, ya fue galardonado como Premio Internacional de Microrelatos El Bulle; es autor del ensayo ‘Tele/exprés. Cultura y crítica literaria’ (2015) y de la biografía ‘Alquímia. Paulí Collado Martínez, el poeta del ferro de Cornellà (2017).
Sí que lo es en poesía, un terreno que le ha sorprendido para bien en el Baix Llobregat: “Acabo de aterrizar, pero me ha sorprendido gratamente que hay mucha gente joven escribiendo poesía a través de diferentes formatos y canales. Estamos popularizando un género que, a priori, la gente lo percibe como complicado, oscuro y poco agradecido. Hay en el Baix Llobregat un ‘xup-xup’ que hasta que no entras en el circuito no te lo crees”. Y prueba de ello es el Festival ‘Horts de Poesia’ de Sant Vicenç o el Festival Acròbates de L’Hospitalet: “La poesía está volviendo a sus orígenes, al formato oral, al recital en directo”. III