Tenemos a un ex ‘president’ prófugo de la justicia que se dedica a enredar todo lo que puede. Habla mal de nuestro país dañando nuestra imagen, y con su actitud lo único que consigue es empeorar también la situación en Cataluña, espantar a más empresas (que ya superan de largo las 3.000 que han hecho las maletas para irse a otras Comunidades Autónomas).
Desde Bruselas (viaje a Copenhague incluido), con sus intervenciones, sólo consigue evitar que vengan nuevas inversiones y que no se vislumbre en el corto plazo una solución a la fractura social que ha provocado. Mantiene su huída hacia delante, destino a un callejón sin salida que seguro no convence ni a propios ni a extraños.
En los próximos días veremos que sucede con la investidura. Después de un primer pleno del Parlament, la Mesa y la presidencia quedaron en manos de los separatistas. Puigdemont nos quiere tomar el pelo. Alguien cree que un presidente puede ejercer bien su trabajo sin estar presente, sin conocer de primera mano los problemas reales que tenemos los catalanes (todo sea dicho cosa que tampoco hizo cuando estaba aquí).
A caso quiere hacer los debates de manera virtual, por Skype o por FaceTime. Se piensa que vivimos en Matrix y como un holograma sacado de Star Wars puede aparecer en la tribuna de oradores y dar de esa forma su discurso ante el Pleno.
Seguramente en los próximos días veremos nuevos capítulos de esta lamentable saga. Una tragicomedia que lo que hace es empobrecernos a todos, desviar el foco de lo verdaderamente importante y seguir profundizando una herida que será difícil coser.
Los catalanes nos merecemos un Govern serio, responsable, que nos una a todos y que no continúe en la confrontación constante con el resto de instituciones españolas. Ojalá recobremos el sentido común. III