Sí, los guiris tienen aquí un filón. Podrán volver a casa y fardar de que la cocina española ya no les es ignota. Pero no solo a ellos les interesa este hub paellófilo. El reto es enseñar a turistas y locales a cocinarla bien, con su sofrito rico, su caldito concentrado y con un arroz bomba o carnaroli acabado al punto en el horno (¡Oh, la, la!, mi madre tendría las neuronas revolucionadas). Es un espacio para hacer el bien y el mal en forma de talleres experienciales – de paellas, de cata de quesos, de vinos, de sakes, de tortillas españolas… -, con un grupo de amigos y en petit comité. La exclusividad del espacio, que entra con el paquete que cojáis, y el magnífico servicio hacen que la experiencia sea total. ¿Qué no?