Miembros de este Consejo Editorial recordamos todavía con frescura como era habitual encontrarse jeringuillas de camino al colegio, mientras que otros tenemos todavía en la memoria a muchos de aquellos jóvenes que vieron lamentablemente su vida truncada por caer en las redes de esta droga en un momento también de verdadera desinformación en el que hasta los principales artistas del momento utilizaban esta droga en sus temas: ‘Perfect day’ de Lou Reed o ‘Lust for life’ de Iggy Pop entre una lista infinita.
Ahora, las nuevas generaciones ya ni conocen a Lou Reed ni a Iggy Pop. El tiempo pasa; y el miedo que quedó a aquella droga puede que también. Los cuerpos policiales han levantado, tal y como explicamos en esta edición, la voz de alerta. La intervención de heroína se ha triplicado en los últimos tres años y en lo que va de 2018 ya hemos, prácticamente, igualado el dato del año pasado.
El dato positivo, en cambio, lo encontramos en la atención a la drogodependencia. De momento, este repunte no se está dando en el consumo, tampoco con nuevos casos. Los pocos que hay son de inmigrantes de países de Europa del Este en donde están pasando por la España de los ’80 y ’90 con una epidemia similar de heroína. Así, pues, se puede dar el caso de un mayor acierto policial en la frontera, Barcelona puede ser una ciudad de paso para la distribución de la droga en otros lugares o, efectivamente, estamos a las puertas de un nuevo repunte del consumo de esta droga sea por la vía endovenosa (a la baja) o fumada o esnifada.
Las nuevas maneras de consumo, más parecidas a otras drogas de moda como el cannabis o la cocaína, pueden facilitar que los jóvenes minimicen los riesgos, el miedo y banalicen el consumo también de la heroína, un pecado que ya cometemos, curiosamente, con las drogas legales: el alcohol y el tabaco.
Un hecho que tiene una deriva incontestable: la mitad de los usuarios de los centros de atención y seguimiento a la drogodependencia son personas con adicciones a estas dos sustancias: alcohol y tabaco, aunque fundamentalmente alcohol.
Restringir el acceso y la promoción a las sustancias han demostrado ser dos políticas de éxito, de la misma manera que lo han sido las políticas derivadas de los años 90 y los programas de proporción de metadona e intercambio de jeringuillas. También las campañas de concienciación, venidas a menos.
No perdamos el miedo, no olvidemos este episodio reciente de nuestras ciudades. ¡No a las drogas! III