En esta edición proponemos una visión panorámica de esta cuestión, destacando, sin ir más lejos, que el Baix Llobregat es la segunda comarca de la provincia de Barcelona –sin contar el Barcelonès- que más turistas acoge. O que el 15% de sus empresas y el 16% de su población ocupada desarrollan actividades relacionadas con el turismo, cifras por encima de la media catalana.
Los hosteleros, contentos
Por su parte, los hosteleros celebran las campañas que tanto desde los ayuntamientos como desde el Consell Comarcal se han puesto en marcha. Un esfuerzo que detalla Juan Pedro Pérez, consejero de Turismo, en una entrevista en este número y que era necesario llevar a cabo para sacar provecho al potencial comarcal que no había sido explotado hasta ahora. Un potencial que radica en la diversidad de la comarca, que ofrece desde playas hasta turismo rural, pasando por visitas a enclaves emblemáticos como Montserrat u otros por descubrir, como el espectacular castillo de l’Eramprunyà, en Gavà, y por una gastronomía envidiable que tiene en el Parc Agrari su epicentro irradiador.
No obstante, no hay que conformarse con la situación actual. Las playas, por ejemplo, sufren la regresión del litoral y, pese a que a medio plazo no corren peligro, la tendencia es que la arena vaya retrocediendo cada año más. Por otra parte, es necesario seguir trabajando para aumentar el número de visitantes que, pese a que generalmente vienen a visitar Barcelona, pueden encontrar en la comarca una oferta distinta. Aquí es importante el trabajo para retener a los turistas que se hospedan en el Baix Llobregat pero que pasan el día en la capital catalana. Muchos de esos visitantes se alojan en pisos turísticos, un término que está en boca de todos desde hace tiempo por su proliferación ya no solo por los barrios barceloneses, sino también por los de las localidades más cercanas a la ciudad condal, a causa de la presión ejercida por el ejecutivo local de Ada Colau. Su número en la comarca, de momento, es bajo, pero los consistorios ya están en alerta ante un fenómeno que amenaza con escapárseles de las manos.
Una primera reacción donde, como en tantas otras ocasiones, ha faltado una unidad de acción metropolitana. Muchas voces hacen un llamamiento para elaborar una política única de pisos turísticos que favorezca su implantación legalizada y el control sobre los mismos –con una posible adaptación a casos en concreto-, evitando así que se conviertan en una molestia para los vecinos que, a su vez, puede generar una conciencia negativa sobre los mismos, cuando muchas veces pueden ser una ayuda para propietarios que necesitan un extra económico y un empujón al comercio y la hostelería de determinados barrios de la comarca.
Todos a una
Al fin y al cabo, esta reclamación de una política única para los pisos turísticos es un ingrediente más del cóctel metropolitano, donde en ocasiones falta una visión global para abordar las problemáticas que se dan en los municipios, que optan por hacer la guerra por su cuenta. Por este motivo, a mitades de junio la alcaldesa de l’Hospitalet, Nuria Marín, reclamó en un artículo que las áreas metropolitanas estuvieran reconocidas en la Constitución, aprovechando el debate que se ha abierto sobre su posible reforma. Marín consideraba que hay que reconocer a las áreas metropolitanas “más allá de simples instrumentos para mancomunar servicios”. III