Los niveles actuales de inversión son similares a los de 2007, y no deberían existir dudas entre crecimiento económico e inversión en I+D+i. Así lo demuestran los países que más han invertido en este sector y, en consecuencia, disfrutan de mayores niveles de riqueza y mayor fortaleza económica para afrontar los ciclos de crisis, que ineludiblemente se repiten en la economía.
Cualquier empresa, institución o país que pretenda alcanzar el liderazgo no debe renunciar al coste de oportunidad que representa la I+D+i.
Así, en el último periodo de recuperación económica apenas se ha registrado un incremento de la inversión en esta área, la cual se mantiene por debajo del crecimiento del PIB. Con ello, nos alejamos de los países de nuestro entorno.
Los gobiernos han recortado paulatinamente la partida de subvenciones directas al tiempo que han incrementado los créditos. Aplicando este sistema tan incongruente con el progreso, las universidades y las instituciones públicas de investigación tienen grandes dificultades para contraer unos créditos que no pueden devolver a posteriori.
A pesar de las serias amenazas recibidas del Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, instando más ayudas directas, ha continuado la regresiva ejecución presupuestaria en I+D+i.
Nuestro país es uno de los tres países europeos, junto a Portugal y Finlandia, que no ha recuperado los niveles de inversión en I+D+i anteriores a la crisis.
Asimismo, un aumento de las partidas destinadas desde las Administraciones Públicas al sector de la ciencia y la innovación tecnológica, suele ir acompañada de una mayor apuesta y soporte económico desde el sector privado.
La paulatina reducción de las aportaciones presupuestarias destinadas a I+D+i han determinado la fuga de cerebros. Nuestros gobernantes deben reconocer que la comunidad científica española está altamente capacitada para liderar y asumir los retos que plantea la ciencia en la actualidad y, por tanto, ofrecer alternativas sólidas y estables de empleo y formación, con la finalidad de evitar que resulten más atractivos los proyectos de vida fuera de nuestras fronteras.
Muchos son los problemas que deben abordarse con carácter de extrema urgencia en el sistema para sustentar la ciencia e innovación tecnológica: el control presupuestario anacrónico, la falta de coordinación entre las Administraciones vinculadas al gasto, y entre las instituciones responsables de la producción del conocimiento científico, la rigidez contractual, la carencia de programas y políticas para atraer el talento y, en general, la indiferencia de los poderes económicos.
Se trata en definitiva de que el Estado no asuma las políticas y la financiación en I+D+i como un gasto sino como una inversión.