Ese mismo líquido que nos corre también por dentro se abre sendero como un reguero oscuro por el patio. Y va tiñendo el cemento camino acompasado hacia el desagüe como en una despedida plañidera. Ese líquido sanguinolento recuerda la pretérita batalla que libró un día el hombre por su supervivencia. Una cruzada por la comida, por un aprovechamiento que ahora suena a risa. Del cerdo hasta los andares dicen…