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2018: Mucho ruido y pocas nueces

Francisco J. Rodríguez | Viernes 04 de enero de 2019
Dejamos atrás un año que comenzó fuerte respecto a las infraestructuras y que ha finalizado con la constatación de que hay aún mucho camino por recorrer en este ámbito.

Así lo destacó a principios de diciembre la Cambra de Comerç en un informe en el que se detalla que solo están finalizados 5 de los 28 proyectos de infraestructuras previstos en el área metropolitana.

Pero como decíamos, las perspectivas a principios de año eran buenas. En este sentido, los Reyes Magos llegaron algo tarde a Sant Feliu y L’Hospitalet pero dejaron dos regalos en enero y febrero: el ministerio de Fomento, de la mano de su entonces titular Íñigo de la Serna, presentó los proyectos para soterrar las vías que desestructuran estas dos ciudades y causan auténticos dolores de cabeza en la movilidad de las mismas e incluso víctimas mortales –cerca de una treintena en Sant Feliu en las últimos años-.

Si todo va bien y las obras, que presumiblemente arrancarán este año, siguen el calendario establecido, Sant Feliu quedará libre de vías en 2023. L’Hospitalet tendrá que esperar dos años más para soterrar sus vías, en 2025. Estos dos proyectos suponen la friolera de 730 millones de euros de inversión entre los dos -127 el de Sant Feliu y 608 el de L’Hospitalet, más complejo, puesto que hay que actuar en dos secciones de la ciudad- y se suman al de Montcada i Reixac, donde también se cubrirán las vías ferroviarias.

De la Serna, cuya presencia en Cataluña fue intensa durante los primeros meses del año, volvió en marzo a la comarca para presentar el que describió como el mayor plan inmobiliario del continente para el Aeropuerto de El Prat. El objetivo es convertir el entorno aeroportuario en un polo de actividad económica, con empresas logísticas especializadas en comercio electrónico y punteras en industria 4.0, además de ubicar oficinas, hoteles y restaurantes con los que cambiar el actual escenario de solitud que rodea a la infraestructura. Para ello, se invertirán unos 1.300 millones de euros.

Frentes comunes municipales
No obstante, a medida que el año avanzaba se hacían patentes otras necesidades a nivel de infraestructuras, como la llegada definitiva de la Línea 10 de metro a L’Hospitalet –que, según ha reiterado el Govern a lo largo de 2018, se hará efectiva en 2019-, muy reivindicada por los vecinos, o el proyecto de Metro del Delta que reclaman desde hace años los ayuntamientos de esta zona. En concreto, Castelldefels, Gavà, Viladecans y Sant Boi, que quieren que Fomento impulse de una vez por todas una línea de cercanías que uniría L’Hospitalet con Castelldefels, pasando por Cornellà, Esplugues, Sant Boi, Viladecans y Gavà. A la vez que reclamaban de nuevo esta línea de cercanías, los consistorios del Delta mostraban su preocupación ante los planes de desarrollo del aeropuerto, que consideran que puede colapsar la ya maltrecha movilidad en el Delta.

No ha sido este el único frente común de ayuntamientos del Baix Llobregat a favor o en contra de algún proyecto de infraestructuras. Es el caso de la reforma de la A-2, que en verano despertó fuertes críticas por parte de diversos consistorios del norte de la comarca de distinto color político, que lamentaron en verano que Fomento no hubiera aceptado su colaboración a la hora de dar ideas para mejorar la vía. Olesa, Esparreguera, Abrera, El Bruc, Collbató y Castellolí se unieron para reclamar más voz en la reforma de la autovía y denostar un proyecto de ampliación que creen “sobredimensionado”.

Las fronteras de la comarca, a debate
La integridad de las fronteras del Baix Llobregat también ha sido puesta en duda a lo largo de 2018. Nos referimos al Montserratí, la nomenclatura de la comarca que algunos municipios del norte del Baix Llobregat quieren impulsar, aduciendo que solo les une “una carretera y un río” con el sur. Se trata de una de las frases favoritas de Xavier Fonollosa, alcalde de Martorell -la ciudad que más apuesta por el Montserratí- para defender la creación de una nueva comarca que quiere aglutinar a todo el Baix Llobregat Norte y municipios vecinos de otras como El Bruc o Castellolí.

De momento, este ‘procés’ en miniatura está en stand by y parece que no está recabando los apoyos necesarios, ni entre los vecinos ni entre todos los municipios que pretende incluir. De hecho, en octubre el presidente de la Diputación, Marc Castells, puso en duda en una entrevista en El Llobregat que el Montserratí sea ahora mismo “uno de los problemas principales” de la gente del Baix.

Por el sur también ha habido movimientos irredentistas. Les Botigues de Sitges, núcleo poblacional que pertenece a Sitges pese a estar a 14 kilómetros de su centro urbano, votó en noviembre si quería pasar a formar parte de Castelldefels, donde sus vecinos hacen vida. En el proceso participativo online y presencial que se impulsó a principios de noviembre salió que sí, pero la participación fue inferior al 35%, por lo que el resultado no se dio por válido.

El cambio de Gobierno trae esperanzas
Con la vuelta de los socialistas a la Moncloa en junio se abrió de nuevo una ventana de esperanza para los municipios -sobre todo los gobernados por el mismo color- por donde ver satisfechas sus reivindicaciones en diversos ámbitos. Aquí es de destacar la ruta que llevó a cabo la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, por muchas localidades de la comarca para conocer de primera mano sus demandas, preocupaciones e ideas.

Una de ellas es la conexión de la A2 y la AP7 a la altura de Sant Andreu de la Barca, unas obras paralizadas en diversas ocasiones a lo largo de los últimos años y que, según prometió a alcaldes del territorio la misma Cunillera, se retomarían antes de finalizar 2018. Otras de las promesas del Gobierno de Pedro Sánchez tuvieron que ver con facilitar las gestiones para trasladar el cuartel de Sant Boi o el compromiso, en este caso contraído por el ministro de Fomento José Luis Ábalos, de acelerar las obras de la variante de Vallirana, otro clásico de lo inacabado en el Baix Llobregat.

La movilidad: un debate que no cesa
Infraestructuras por donde pasaremos en coche y en transporte público. Este año, la concienciación por la contaminación y la movilidad sostenible ha vuelto a copar el debate. En octubre el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) aprobaba el Pla Clima i Energia 2030, que se marca ese año como horizonte para reducir las emisiones y promover la eficiencia energética.

Otra respuesta al colapso de las ciudades que ha eclosionado con mucha fuerza este 2018 ha sido la nueva movilidad personal, con las bicicletas y patinetes eléctricos como punta de lanza de un movimiento que agrupa decenas de ingenios para moverse por las ciudades más rápido. No obstante, el caos normativo y los incipientes accidentes que provocan estos artilugios, como el atropello mortal de una anciana en Esplugues en agosto, han puesto en alerta a las administraciones, que trabajan para generar un corpus legal unitario que evite leyes contradictorias según el municipio.

Por otra parte, y relacionado con esta cuestión, desde el día 1 de enero los vecinos de 18 municipios de la segunda corona metropolitana pasarán a pagar lo mismo que los de la zona 1 de transporte, poniendo fin a una diferenciación tarifaria en muchos casos arbitraria.

2018 también ha sido un año de importantes reivindicaciones en materia de educación y sanidad. Los cierres de líneas en centros públicos capitalizaron la actualidad en el cambio de curso escolar, mientras que los médicos de la primaria se echaron a las calles, junto con profesores y alumnos, para protestar por la falta de recursos, fruto de los salvajes recortes que el Govern viene impulsando desde 2010. En este sentido, también es justo decir que la Generalitat desencalló importantes demandas como las obras de remodelación del Hospital de Viladecans y el anuncio de los ambulatorios de Santa Eulàlia y Sant Josep, largamente reivindicados en L’Hospitalet.

Anuncios, propuestas y proyectos que se implementarán –o no- a lo largo de este 2019 que acaba de comenzar. A diferencia de otras cuestiones, lo que sí que ha sido una realidad en 2018 es la toma de conciencia de una importante parte de la sociedad respecto a las desigualdades entre hombres y mujeres. El feminismo se ha convertido en un movimiento de masas y aquí, en el Baix Llobregat, una comarca con 12 alcaldesas sobre 30 ayuntamientos –gobiernan al 42% de la población-, el Consell de Dones del Consell Comarcal organizó en octubre el quinto Congrés de Dones, en el que se reivindicó el espíritu feminista de la comarca y se debatió sobre cómo hacer más visible el papel de la mujer en la sociedad. III

Anuario 2019
Con la arrancada del año, El Llobregat mantiene la tradición de publicar su ya consolidado Anuario en clave prospectiva. Una publicación de más de 500 páginas en las que se avanzan los pronósticos de lo que será noticia en 2019, con especial despliegue informativo ante las elecciones municipales de mayo y el 40 aniversario de los ayuntamientos democráticos que se cumple en abril. Por ello, en el Anuario, disponible gratis online en elllobregat.com, se analiza el actual mandato en los 31 municipios del territorio y se entrevista a los gobiernos locales y a la oposición. Además de repasar 2018, el Anuario también recoge la visión de 40 destacados personajes de la comarca y L’Hospitalet junto a una serie de fotografías de cómo estaban nuestros pueblos y ciudades en 1979. III