Californiano de nacimiento y hospitalense de sentimiento. Nombre con reminiscencias cinematográficas, padre norteamericano y madre cordobesa. Corresponsal en una de las guerras más cruentas del siglo XX, la de Yugoslavia, y capaz de aguantar cuatro días sin parar ante un micro de radio -maratón que aprovechó para subastar los tirantes de Fraga y una maceta de Marta Ferrusola y así recoger fondos para Radio Florida-. Así es Richard Burton, líder del PSOE en Londres y secretario de Ciudadanía Exterior del partido, cargos que ostenta desde hace un año. Una vocación política que le viene de su adolescencia, cuando se afilió a las Juventudes Socialistas de Catalunya a los 14 años, de donde le dieron de baja en 1998 por edad y contra su voluntad. Profesionalmente vinculado al mundo de la informática, actualmente vive en el Reino Unido, aunque visita L’Hospitalet siempre que puede.
No puedo empezar esta entrevista sin preguntarle sobre el maratón de 96 horas seguidas que hizo en Radio Florida en los 80.
Fue bastante interesante. Dio la oportunidad de dar a conocer la emisora y recaudar fondos, además de conocer personas maravillosas. Porque la gente es buena, y tan pronto les pides colaboración, prestan su ayuda.
Aquel récord entró en el Libro Guiness... ¿Lo ha superado alguien?
Creo que se batió hace pocos años en Italia. En las ediciones españolas del libro se publicó durante unos años y luego se dejó de hacer. El Guiness no publica todos los récords, sino los más comerciales.
Fue una de sus diversas experiencias vinculadas con el periodismo. Otra de ellas fue como enviado especial a la guerra de Yugoslavia para el Diari de Barcelona y el San José Mercury, de California. ¿Cómo fue aquella experiencia?
Chocante. Pasé de hacer información local a hacer información internacional, para la que no estaba preparado. Estuve casi un año y conocí a periodistas con experiencia, a los que intenté acercarme para aprender. Uno de ellos fue Manu Leguineche, que me marcó mucho. Pero la experiencia fue humanamente desoladora, impactante.
¿Por qué?
Llegó un punto que veía a gente sufriendo y parecía que no iba conmigo. En ese momento entendí que tenía que dejarlo. También es cierto que si compartes el dolor no puedes ser objetivo, pero llegar al punto de no sentirlo...
Se ha pasado la vida yendo y viniendo, pero afirma sentirse catalán y de L’Hospitalet, donde militó políticamente desde muy joven. En concreto, desde los 14 años en las Juventudes Socialistas de Catalunya. ¿De dónde le viene la vocación?
Soy hijo y nieto de jornaleros represaliados en la guerra civil. Mi abuelo, que era de Rute [Córdoba], fue fusilado por los falangistas, aunque nunca se había metido en política. Eso marca mucho: marca a mi madre y llega hasta mí. Ya en democracia me empecé a acercar al partido socialista. Me he criado en las juventudes. Desde los 14 mis amigos eran de las juventudes y era un poco groupie, porque iba a todos los actos. Pero luego vino la convicción.
Con esa misma edad fue nombrado secretario de Organización de lo que hoy es la agrupación L’Hospitalet Nord del PSC. ¿Qué necesidades tenía la ciudad por aquel entonces?
En aquel momento hacían falta elecciones municipales democráticas.
¿Cómo era L’Hospitalet?
Aún recuerdo la plaza de toros, y haber visto las bóbilas. Lo recuerdo con total claridad. Calles sin asfaltar en las que jugábamos.
¿Una plaza de toros?
Estaba donde ahora se halla el Instituto Pedraforca, en la calle Almería esquina con Enginyer Moncunill. Todo el resto eran descampados en los que los coches aparcaban.
No es usted el primero que hace referencia a los descampados cuando se recuerdan aquellos años. Su influencia sobre los vecinos y vecinas debió ser importante.
Sí. Pero lo que tenían que ser plazas y jardines se han convertido en bloques. Se han hecho muchas plazas duras, de cemento, que son fáciles de mantener pero que ayudan poco a que los vecinos socialicen.
Es una de las eternas reivindicaciones en muchos barrios de L’Hospitalet y otras ciudades metropolitanas...
No tengo la foto completa porque no me he dedicado a la gestión municipal. Una plaza dura cuesta poco y la gente queda contenta. Pero sería necesario hacer zonas verdes. No obstante, hay que reconocer que la concienciación de la importancia de las zonas verdes es relativamente reciente. Y aquí el Ayuntamiento de L’Hospitalet quizá no ha transmitido bien sus planes para expandir el verde.
¿A qué se refiere?
Por lo que yo sé, intentan plantar árboles sostenibles, que se mantengan bien en ciudad y no creen polen ni se metan por los balcones de las casas. Pero esto hace falta explicarlo: los vecinos solo ven que quitas árboles, y no ven que se están intentando reponer con criterios de sostenibilidad.
No saber comunicar puede salir caro.
Sea como sea, las zonas verdes se han de mantener, regar, requieren un servicio de mantenimiento… Recuerdo que en la Plaza de la Libertad, en un principio más ajardinada, acabaron poniendo cemento en todas partes porque había problemas de filtraciones y costaba mantener.
Muchos de los vecinos de L’Hospitalet por aquel entonces eran inmigrantes llegados de otras partes de España. Ahora, otros inmigrantes, los españoles en el Reino Unido, están en vilo por el tema del Brexit. ¿Cómo están viviendo este proceso?
Con mucho desconcierto. La gente vino aquí con el convencimiento de que vivían en una Europa unida, que era casi como estar en casa. Y ahora han cambiado las reglas de juego, y eso es malo, porque viven con incertidumbre una situación en la que no pueden participar. Hay muchas cosas que no tienen respuesta aún. ¿Mi permiso de conducir español me seguirá valiendo? ¿Podré seguir utilizando el DNI para entrar y salir del país? Todavía no hay respuestas. Parece que los que llevan más de 5 años en el Reino Unido, los que tienen más arraigo, tendrán garantizada la posibilidad de vivir en él, pero no se sabe si en igualdad de condiciones.
El 29 de marzo se cumple el plazo para que el Brexit se haga efectivo y el Reino Unido abandone la Unión Europea. ¿Cree que habrá finalmente acuerdo?
Te voy a hacer de pitonisa: creo que habrá prórroga. La alargarán hasta las elecciones europeas. Ganarán un par de meses.
Entiendo que el Reino Unido no participaría en esas elecciones.
No participaría y se distribuirían sus escaños en el Parlamento entre el resto de países, ya que sería absurdo que el Reino Unido siguiera formando parte de la Unión Europea sin tener representación en su parlamento.
Hablando de comicios, el Gobierno está decidido a eliminar el voto rogado, que obliga a los emigrantes españoles a expresar de manera anticipada su voluntad de votar, cosa que genera una alta abstención en el colectivo.
El voto rogado es una discriminación, porque se imponen requisitos a los españoles que viven en el exterior que no tienen el resto. Con la ayuda de la tecnología hay fórmulas para poder cambiarlo.
Seguimos en el extranjero, aunque ahora hablemos del ‘procés’. ¿Cómo se percibe el litigio desde la sociedad británica?
La gente lo vive con preocupación. Desde 2012 el independentismo ha hecho un trabajo de pico y pala, una campaña de marketing a la que el constitucionalismo no ha sido capaz ni de acercarse. El Gobierno español ha dejado ese espacio abierto y ha tardado en reaccionar. Hace poco, Irene Lozano [secretaria de Estado de España Global, la anterior Marca España] ha empezado a hacer cosas, pero no hay recursos. Y no es suficiente que desde las embajadas españolas haya comunicacion fluida con los diferentes gobiernos: la opinión pública ha de conocer la situación.
Quiero acabar la entrevista preguntándole por su futuro.
La verdad es que tengo unas ganas locas de volver a vivir en L’Hospitalet, de volver a vivir en mi ciudad.