Fernando Martín | Lunes 08 de abril de 2019
En la actualidad, la tecnología constituye el sistema de comunicación principal para los adultos, y especialmente para los adolescentes. En un elevado porcentaje utilizan sobre todo WhatsApp para comunicarse con sus amigos y otras redes sociales como canal de comunicación.
Ahora bien, el uso de las nuevas tecnologías entre los adolescentes es distinto al de generaciones anteriores. En ese sentido, los expertos estudian sus ventajas, pero reconocen problemas en el futuro para los jóvenes que tan sólo se comunican por esta vía y no se relacionan cara a cara.
Se considera que en el ecuador de la adolescencia se alcanza el mayor nivel de comprensión de las comunicaciones digitales y la tecnología, y ese nivel disminuye paulatinamente al final de los cincuenta.
Las redes sociales presentan un diseño atractivo y se alimentan de la información que los usuarios suben a sus perfiles. En ese aspecto, conviene señalar el efecto negativo que las nuevas tecnologías pueden representar para los menores, al exponer públicamente su imagen y opiniones.
A través de las redes sociales no solo se controla la vida social, sino también aspectos del individuo como sus sentimientos, aficiones, actitudes, el lugar donde se encuentra, sus grupos de amistad o los espacios por los que se desarrolla su vida, entre otros.
La transformación del lenguaje de los menores no es un asunto novedoso. Los adultos de hoy también se expresan de forma diferente a sus progenitores. El desconocimiento de los términos utilizados por los adolescentes por parte de los padres genera una barrera comunicativa.
La estructura de los servicios que ofrece internet y su dominio por los menores ha favorecido la construcción de nuevas reglas para comunicarse.
Ante el auge del uso de las nuevas tecnologías en defecto de las relaciones personales cara a cara, surge el debate en torno a si se está modificando el desarrollo de habilidades sociales por parte de los menores.
En definitiva, el uso de las nuevas tecnologías comporta ventajas al fomentar el trabajo en equipo, pero también problemas, al generar climas de confianza falsos entre los individuos a través de las redes y grupos de confianza que no son reales.
Además, cabría plantearse hasta qué punto los jóvenes hacen uso de los populares emoticonos para manifestar emociones que probablemente no se atreverían a demostrar en persona.
Resulta fundamental que los padres se informen sobre los medios tecnológicos que utilizan sus hijos, supervisen a qué contenidos acceden y con quién se relacionan. Se trata de educar en valores, con la finalidad de que los adolescentes no pierdan procesos de comunicación que siempre han funcionado y son reales, como la presencia física en la comunicación interpersonal.