(Foto: Lourdes López).
Lourdes López | Viernes 12 de abril de 2019
Andorra sigue siendo ese país de los Pirineos que publicitaba el anuncio (hasta 72 picos de montaña y 300 km de pistas no pueden obviarse). Lo es también de las compras y las perfumerías, del chocolate y los licores, de los paquetes de tabaco escondidos culpablemente bajo el asiento trasero… Es la cuna del esquí y los deportes de nieve, aunque desde que el país pirenaico ha salido de la lista de paraísos fiscales, se ha propuesto abrirse a otro tipo de turismo. Al que pone en valor su patrimonio cultural y artístico: itinerarios sobe su poco conocido arte románico, fiestas, arquitectura tradicional y yacimientos arqueológicos… Y, de la mano, a otra modalidad turística bajo mi humilde punto de vista infinitamente más interesante: la gastronómica.
Restaurantes para comer bien en Andorra
Ojo, no quiero decir con eso que la comida les haya dado igual a los andorranos estéticamente hablando. No es nada nuevo, en Andorra siempre se ha comido muy bien y en cantidad. La andorrana es una culinaria calórica, de alta montaña, como llevada por el fervor y necesidad de las otras modernas actividades para urbanitas con las que abría el párrafo: La afición a las bordas de los veloces esquiadores cuando buscan un fuera de pista con sustancia. Sin casi publicidad ni proyección exterior, la especificidad y excelencia de sus productos han pasado a un segundo plano, por una exclusiva necesidad de servicio.
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