Sea como sea, y gane quien gane, el Baix Llobregat y L’Hospitalet afrontan una serie de retos y necesidades inexcusables. Desafíos que tienen que ver con las infraestructuras, el desarrollo económico, la educación o la gobernanza metropolitana y a los que es importante hacerles frente de manera conjunta.
Al fin y al cabo, vivimos en un contínuo urbano que no conoce fronteras, por muy empeñados que estén los gobiernos municipales. Y decimos que no conoce fronteras porque hoy en día los vecinos y vecinas de la comarca hacen vida en una ciudad, trabajan en otra, van a hacer deporte a una tercera y disfrutan de su tiempo libre en una cuarta. Los ciudadanos de la metrópolis, en la que el Baix Llobregat y L’Hospitalet tienen un gran peso, usamos servicios metropolitanos, y lo que afecta a una ciudad vecina tiene impacto en la nuestra, y viceversa.
Una sola voz para reclamar infraestructuras
Antes hemos hablado de desafíos y retos para el próximo mandato, muchos de los cuales tienen que ver con las infraestructuras. La variante de Vallirana, el Metro del Delta, la conexión entre la A2 y la AP-7 en el norte de la comarca, el carril segregado de camiones hacia el puerto o las obras de la C-245 en Sant Boi son claves ya no solo para los vecinos de esas localidades, sino también para los de Cornellà, Molins o Sant Feliu, entre otras. De aquí que necesitemos sumar esfuerzos para tener una sola voz a la hora de reclamar mejoras que claman al cielo.
Afianzar la gobernanza metropolitana
Para ello es necesario romper con la miopía municipal -que más bien recuerda aquello de “primer els de casa”- y adaptarse a los nuevos tiempos, en los que los vecinos de la comarca estamos más interconectados que nunca. Esta cuestión entronca directamente con la voluntad de contar con una mayor gobernanza metropolitana. Construir una auténtica área metropolitana para avanzar hacia una Gran Barcelona que pasara de los 1,6 millones de habitantes a los más de 3 de la conurbación. Pasqual Maragall en su día apostó por la Barcelona metropolitana y puso las bases de ello a través de la Corporación Metropolitana, fulminada por el gobierno de la Generalitat de Jordi Pujol por miedo a que se convirtiera un contrapoder al Govern. Ahora, 30 años más tarde y con un nuevo e interesante instrumento como el AMB, son muchas las voces que apuestan por votar de manera directa a un alcalde metropolitano, como en Londres.
Otro de los desafíos es el fomento de la formación, sobre todo en lo que respecta a la FP dual. Miquel Valls, en una conferencia en el Fòrum Empresarial de AEBALL en abril, remarcó la importancia industrial del Baix Llobregat. Por todo ello, impulsar la FP, máxime teniendo un centro de formación en automoción infrautilizado como el de Martorell -habrá que ver si el acuerdo al cual han llegado varias consejerías de la Generalitat pone fin a esta situación-, es casi una obligación si se quiere combatir el desempleo y dar oportunidad a los jóvenes.