Las llamas de Notre Damme todavía arden en las retinas de miles de personas que, tras comprobar el estado en que quedó la mítica catedral parisina después del incendio que casi la destruye en abril, giraron la vista hacia su patrimonio arquitectónico más cercano. La alerta y el miedo a que se pudiera repetir un suceso similar en algún otro monumento cundió y, como respuesta, el Gobierno adelantó a abril la reunión del Consejo de Patrimonio Histórico prevista para este mes de junio, y anunció la habilitación de una partida de 3,5 millones de euros para la salvaguarda del patrimonio histórico y artístico español. Desde el Ejecutivo se hizo hincapié en que “en principio” no hay peligro para las catedrales, en palabras del ministro de Cultura en funciones, José Guirao, aunque la portavoz del Gobierno en funciones Isabel Celaá reconoció que el incendio de Notre Damme “es un aviso para todos”.
El incendio de la catedral parisina ha puesto sobre la mesa la cuestión del patrimonio y su protección. Por este motivo, El Llobregat ha hecho una radiografía de la situación de los monumentos en la comarca, de la mano de las administraciones y expertos, y ha llegado a una conclusión inquietante: Pese a la protección oficial de la que gozan muchos elementos y conjuntos patrimoniales, una parte importante de ellos presentan un estado delicado o, directamente, están prácticamente en ruinas. “Después de lo que ha pasado en París es normal preguntarse si el patrimonio del Baix Llobregat está fuera de peligro o si por contra puede correr la misma suerte que Notre Damme”, se cuestiona Esther Hachuel, del Centre d’Estudis Comarcals. Por su parte, Josep Campmany, historiador gavanense y dirigente del Centre d’Estudis de Gavà, apunta que el patrimonio “quedó muy abandonado sobre todo en los años del boom del ladrillo”. “Se destruyeron muchas cosas”, lamenta Campmany. “Es cierto que los accidentes son imprevisibles, pero alguno de nuestros elementos más emblemáticos estan literalmente abandonados, y curiosamente en algunos casos es patrimonio legalmente protegido. ¿Qué pasa, entonces?”, apostilla Hachuel.
A continuación ofrecemos una galería fotográfica con alguno de los elementos que nombramos en este reportaje:
“Un patrimonio sobre el que hay que intervenir”
Desde la Diputación, principal garante del patrimonio en la comarca, reconocen que hay elementos arquitectónicos en peligro, como es el caso de Torre Salvana, en Santa Coloma, pero “esto no quiere decir” que todo el patrimonio del Baix Llobregat esté igual, asegura Joan Closa, el responsable de la institución en este ámbito. “Hay un parque patrimonial muy importante en la comarca sobre el que es necesario intervenir”, añade, Closa, que considera que los 3,5 millones prometidos por el Gobierno es una cantidad pequeña. Y lo hace con una comparación ilustrativa. “Solo la Diputació destina aproximadamente al año 1 millón de euros al patrimonio de la provincia”.
En este sentido, reivindica los 24 millones que el año pasado el presidente de la Diputación, Marc Castells, prometió para la mejora del patrimonio provincial. Sin embargo, Closa reconoce que el ente al que pertenece no tiene competencia directa sobre estos elementos históricos y que su labor arranca cuando un ayuntamiento lo pide. “Vamos bajo demanda”, recuerda. En los últimos años, sin embargo, se han elaborado multitud de estudios que permiten ahora actuar “con cabeza” sobre el patrimonio, aunque, como reconoce, “no hay una receta única para restaurar un monumento”. La Diputación, en los mapas que pone a disposición de los internautas, tiene inventariados más de 3.500 elementos en el Baix y L’Hospitalet, con su descripción y estado, además de fotografías y un poco de historia que ayuda a contextualizar. En este reportaje hablamos de algunos de ellos, una modesta muestra del increible y muchas veces desconocido patrimonio baixllobregatense.
Can Bros: Un Belchite en el Baix Llobregat
Declaraciones a parte, El Llobregat ha cogido carretera y manta para comprobar in situ el estado de nuestro patrimonio. La primera parada elegida es un conjunto prácticamente desconocido, más allá de su área de influencia. Se trata de Can Bros, una antigua colonia textil de Martorell habitada por una treintena de vecinos que conviven con las ruinas de un pasado de esplendor.
El conjunto se alza a un lado de la A2 y está claramente separado entre la parte habitable y la ruina más absoluta. A medida que uno se adentra en su corazón, el ruido de la autovía queda atrás y es substituido tan solo por el trinar de los pájaros. Tras dejar atrás unas casas blancas de dos plantas que dan la bienvenida al visitante, se erige Torre Elías, la antigua casa de los propietarios, inventariada como patrimonio y en mejor estado que otras construcciones, aunque visiblemente abandonada. La casa señorial da a la plaza Llobregat y, a partir de aquí, sobreviene la ruina. “Pasad bajo vuestra responsabilidad”, advierte un operario que enmasilla una ventana de una nave industrial. Una valla con un cartel de “prohibido pasar” cierra la calle principal que lleva hacia la iglesia y los molinos, aunque hoy está abierta. A partir de aquí el panorama es desolador y recuerda a otros escenarios como Belchite, el pueblo zaragozano que la Guerra Civil y el olvido destruyó. En este caso no ha habido una guerra de por medio, pero la situación no es mucho más halagüeña: Casas derruidas que amenazan con ceder ante el tiempo, antiguas naves con cristales rotos y una iglesia apuntalada y plagada de vallas que peinan canas, o mejor dicho, óxido. La naturaleza, ante el abandono, reclama lo que en su día fue suyo y devora edificios sin piedad.
La colonia, que funcionó a pleno rendimiento a lo largo del siglo XIX, alcanzó su plenitud durante la década de los 60 del siglo pasado, cuando daba trabajo a medio millar de personas. Finalmente cerró en 1967 y, desde entonces, se ha ido deteriorando hasta el estado que presenta actualmente. El futuro de este núcleo de Martorell pasa por un proyecto municipal para construir 300 viviendas, después de que la sociedad inversora propietaria de gran parte de Can Bros la cediera al consistorio. El Llobregat ha intentado conocer el estado de dicho plan y ha pedido información al Ayuntamiento, sin recibir respuesta.
Abundancia de colonias industriales
Can Bros tan solo es una de las numerosas colonias textiles que se extendieron desde el siglo XIX a lo largo de la orilla del Llobregat. Se trata de conjuntos en los que convivían la fábrica con los trabajadores -aunque hay ejemplos de industrias cerca del río en las que no vivían los obreros-, caracterizados por su aislamiento respecto a otros núcleos habitados -aunque hay casos, como el de Colònia Rosés de Cornellà, que no cumple con esta premisa-, su ubicación en la orilla del río para aprovechar la energía hidráulica y equipados con otros servicios para los trabajadores, desde escuelas hasta iglesias propias, por lo que representaban auténticas poblaciones.
Y el Baix Llobregat, vertebrada por el río del mismo nombre, representa una de las concentraciones catalanas más importantes de este tipo de industrias -y eso sin contar las de Berguedà o el Bages-. No obstante, muchas de ellas languidecen a la espera de que alguien se acuerde de que hace décadas lideraron el empuje industrial catalán.
Josep Padró, residente en la misma Colònia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, y estudioso de estos recintos industriales, recibe a El Llobregat en su domicilio. “Las colonias textiles del Baix Llobregat no están protegidas”, arranca la conversación Padró, que hace gala de un realismo que espanta. “La protección oficial no evita que el patrimonio se deteriore si no se actúa. Un Bien de Interés Cultural se puede acabar derrumbando igual”, señala. En este sentido, reclama “más apoyo” por parte de las administraciones para acometer mejoras en estos conjuntos patrimoniales, aunque reconoce que son “costosos de mantener” y que, muchas veces es más fácil “construir sobre llano” que no hacerlo en lugares como Can Bros o la Colònia Sedó, otra de las colonias más singulares de la comarca y que sufre la degradación del tiempo y la desidia.
Closa asevera que “la polémica vino por desmontar los añadidos que se hicieron desde que Gaudí dejó la Colònia Güell”, es decir, toda la obra posterior, como la cubierta con estilo gaudiniano que no encaja con los planos del arquitecto o las escaleras de Joan Bassegoda de 1969. “Por ello pusimos en valor la obra de Gaudí, sabiendo que es un edificio a medias”, dice, y concluye que “a pesar de la polémica, la UNESCO consideró la restauración correcta y la declaró patrimonio de la humanidad”.
Mas Pitarra
Y seguimos con la ruta. Bajo la bien cuidada iglesia románica de Santa María de Cervelló, entre la vegetación, emerge una masia en ruinas. Llama la atención vista desde las alturas que proporciona la iglesia, y decidimos bajar a comprobar de qué se trata. Es el Mas Pitarra, una casa ahora apuntalada pero que en su día acogió a Frederic Soler, más conocido como Serafí Pitarra, uno de los dramaturgos catalanes más importantes. Tras años de abandono, en 2016 un empresario francés la compró para construir un hotel restaurante. Un proyecto que pretende rehabilitar un patrimonio desconocido pero que, de momento, está a la espera de implementarse. El empresario francés que quiere rehabilitar dicho patrimonio ha explicado a esta publicación que el proyecto sigue en marcha y que, tras algunos problemas técnicos, quiere ponerse este año de nuevo manos a la obra.
El Baix Llobregat, una línea Maginot medieval
Los castillos del Baix Llobregat luchan por mantener su historia feudal. El castillo de Eramprunyà en Gavà fue adquirido por Manel Girona hasta que en 2007 lo compró el Ayuntamiento de Gavà. “El último heredero, para ahorrarse los impuestos, lo vendió al consistorio”, narra Campmany, recordando que “no fue hasta 2009 cuando el consistorio pidió a la Diputación realizar un plan director para su restauración”, tras los fuertes vientos que ese año derruyeron dos paredes del castillo. Hecho que hizo “saltar todas las alertas en el Ayuntamiento”. Sin embargo, Campmany asegura que “la estructura del castillo de Eramprunyà está muy bien conservada” y cuando acabe la restauración de la Diputació, en una década más o menos, “quedará un monumento muy potente”.
Por otro lado, en el de Cervelló un cercado protege las ruinas del castillo sobre la ermita de Santa María, restaurada completamente. El bosque recupera su territorio y se une con la estructura de esta construcción del siglo X. El edificio estuvo a punto de desaparecer en 1714, durante la Guerra de Sucesión, cuando fue ordenada su demolición. No obstante, tras la restauración llevada a cabo en los años 2010 y 2011 se realizaron diferentes intervenciones arqueológicas descubriendo las estructuras originales del castillo. A día de hoy, se encuentra en un estado de abandono considerable, visible desde la carretera de Santa María. No obstante, recientemente el Pleno ha aprobado el Plan Director del conjunto monumental del Castillo de Cervelló, para avanzar en su conservación.
Los dos casos anteriores responden a una tipología de castillo muy característica y relacionada con la idea romántica de fortaleza en plena naturaleza. En muchos casos se ha mantenido así, aunque en otros la presión urbana los ha rodeado hasta convertirlos en un elemento más del paisaje de la ciudad. Castillos que en su día pudieron resistir embestidas enemigas y asedios inacabables, pero que han sucumbido a la expansión urbana del Baix Llobregat. Castelldefels o Cornellà son dos casos paradigmáticos en este sentido, sobre todo en lo que se refiere a buenas prácticas para rehabilitarlos y recuperarlos para el uso de los vecinos y vecinas. No obstante, no siempre estas fortificaciones han sido visibles o han respondido a la idea decimonónica que tenemos de un castillo de época medieval. Es el caso del castillo de Bellvís, en pleno barrio de Torrassa, en L'Hospitalet. Redescubierto en 2008 durante las obras de rehabilitación de la conocida hasta entonces como Casa de la Torrassa, está catalogado como bien cultural de interés nacional y ha sido objeto de diversas polémicas por su estado de conservación, hasta convertirse en un símbolo de la lucha por el patrimonio arquitectónico en una ciudad donde no abunda, precisamente, tras los desmanes constructivos de las últimas décadas.
Una cuestión, la del deterioro patrimonio, que preocupa cada vez más en L’Hospitalet. Esta es uno de los caballos de batalla en la ciudad, ya que cada vez más los vecinos se conciencian de la importancia de preservarlo.
El románico, el gran desconocido
La lista patrimonial de la comarca es más extensa, pero también es de justicia destacar el románico con el que contamos, muy antiguo y con presencia en nada más y nada menos que 22 de los 30 municipios del Baix, con maravillas como Sant Ponç de Corbera, la ermita de la Salut o la propia Santa Maria de Cervelló. Por todo ello, el sábado 8 de junio tendrá lugar en Cornellà el séptimo encuentro de entidades del Baix, organizado por el Centre d’Estudis Comarcals, que abordará la gestión y cuidado del patrimonio. Porque, como dice Ireneu Castillo, de Perseu L’Hospitalet, “allí donde la gente se haga suya la lucha por el patrimonio, se preservará”.
Un Plan Director Urbanístico para salvar Torre Salvana y la fábrica de la Colònia Güell |
Santa Coloma de Cervelló es uno de los municipios con más patrimonio de la comarca y el que acoge a la joya de la corona, la Cripta de Gaudí. Y es también, por contra, la localidad en la que encontramos dos grandes asignaturas pendientes: Torre Salvana y el recinto fabril de la Colonia Güell, que presentan un estado de semiruina que amenaza con destruirlos. En noviembre El Llobregat se hizo eco de la situación delicada del recinto industrial de la Colonia Güell, aunque por aquel entonces los diferentes actores involucrados ya avanzaron que la solución estaba cerca. Pues bien, según ha podido saber esta publicación, ahora mismo ya se está trabajando en la elaboración de un Plan Director Urbanístico (PDU) que afectará a los ámbitos del recinto fabril y Torre Salvana, además de otras zonas como la Riera de Can Solé o Can Julià. Fuentes del departamento de Territori detallan que está en fase inicial de trabajos internos y no se arriesgan a dar fechas de finalización del documento de objetivos, aunque hablan de “meses”. Más concreto es el primer teniente de alcalde de Santa Coloma, Gerard Segú, que en una conversación con El Llobregat explica que el consorcio que lo impulsa -formado por el INCASÒL y los ayuntamientos de Sant Boi y Santa Coloma- ha decidido llevar a cabo antes de la redacción del PDU un proceso de participación entre vecinos, propietarios de terrenos, empresas y entidades de la zona. Segú destaca que es una manera “novedosa” de impulsar un plan urbanístico de estas características, puesto que “lo normal es redactar primero y poner después a discusión”. Comenzarán previsiblemente a recoger pareceres a partir de septiembre y, una vez finalizada esta fase, se elaborará un documento con las conclusiones, que dará las bases para el redactado del PDU. “Tenemos la oportunidad de ser un modelo de hacer urbanismo de una manera sostenible”, señala Segú. Dicho plan urbanístico servirá para “buscar soluciones” para las fábricas y Torre Salvana y mejorar proyectos anteriores, que Segú considera “inviables”. Desde Territori defienden que este PDU quiere definir un modelo urbano sostenible y mantener el patrimonio, algo en lo que coincide con el primer teniente de alcalde Segú, que aspira a convertir el recinto fabril de la colonia “en un polígono de actividad económica que ponga en valor un patrimonio muy importante”. III |