En fin, creo firmemente que la vida es algo más que una lotería.
Hoy en día la palabra más utilizada es “suerte”. En un sentido u otro, todo lo dirigimos en esa dirección. El triunfador ha tenido buena suerte, el fracasado mala; el que tiene salud ha tenido buena suerte, el enfermo mala; el multimillonario ha tenido buena suerte, el pobre i miserable mala… Que nuestro criterio sea interpretado de esta forma tan utilitarista expresa unas ciertas carencias de capacidad reflexiva y de búsqueda una verdad inmutable y perenne.
Mi reflexión quisiera enfocarla desde otra perspectiva. ¿Es casual que, en nombre del progreso, la familia se convierta en un producto más de mercado, al gusto subjetivo del consumidor? ¿Es casual qué los jóvenes sean tratados como una masa consumista que sigan el criterio de la moda ideológica y de mercado? ¿Es casual que la cultura de la exclusión (inmigrantes, ancianos, pobres, etc.) vaya calando en amplios sectores de la sociedad? ¿Es casual qué la cultura de la muerte y su justificación se vaya legislando, sea en el campo de los que impedimos que nazcan como en las leyes de “eutanasia activa”? ¿Es casual que el incremento de la crispación y tensión de la convivencia, sea entre hombres y mujeres, jóvenes y adultos, políticos, gobernantes… se convierta en endémico? ¿Es casual que se intente asfixiar el deseo de la transcendencia, tan genuina en el pensamiento y el corazón humano? ¿Es casual qué el concepto “Dios” quiera ser borrado?
Tantas casualidades podrían ser fruto de una intencionalidad, de una transformación dirigida a convertir a la persona en una “marioneta” al servicio de oscuros intereses económicos o ideológicos. Todo aquello que no va en su dirección, debe ser abolido de forma progresiva, con la difamación o con la indiferencia o con el silencio. De esta forma la libertad del individuo desaparece y lo convertimos en una pieza más dentro de una masificación uniforme e ideologizada.
La búsqueda de la verdad ha acompañado el pensamiento del hombre a través de la historia; no cualquier verdad cocinada a mi gusto, sino aquella que nos permite responder a las dos grandes preguntas, que algún día deberíamos realizarnos: ¿Quién soy yo? ¿Quién es Él?
"Entonces Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Respondió Jesús: Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz. Le dice Pilato: ¿Qué es la verdad?" (Jn 18, 37-38).