Artículo publicado el 12/12/2007 en ABC
X. Pérez Llorca | Miércoles 12 de diciembre de 2007
¿Cómo se quejan los ciudadanos? Quiero decir que, cómo una sociedad muestra su malestar ante un problema. Supongo que no hay una respuesta, sino una infinidad de precisiones a la pregunta. Cada cual a su manera, unos comentando el problema con los conocidos, otros renegando; los menos reclamando formalmente. Quizá los más malhumorados, pasando de la situación. No lo sé.
Lo que sí sé es que son muchos y variados los interpretes de los estados de opinión de esta sociedad. Demasiados los que explican a través de los medios de comunicación el grado de enfado popular ante tal o cual problema.
En los últimos años, ante diferentes problemas, los ciudadanos se han expresado en formas diferentes, pero siempre, según se nos cuenta, espontáneamente.
Por ejemplo, ante la catástrofe del Prestige o la guerra de Irak, en Cataluña fueron frecuentes caceroladas, remedo de las quejas populares en la lejana Argentina.Los medios de comunicación nos explicaron entonces, día tras día, como la indignación popular clamaba por una solución. Por lo que respecta al Prestige, recuerdo que uno de los hechos inaceptables era que el gobierno de Aznar no había hecho nada por prever una catástrofe similar. Había permitido que diariamente circulasen frente a las costas gallegas petroleros monocasco, barcos con alto riesgo de contaminación en caso de accidente. Por cierto, ¿en los últimos cuatro años, han dejado de navegar esos navíos frente a las costas gallegas? ¿A alguien le interesa conocer o facilitar el dato?
En cualquier caso, me cuesta entender el porqué los catalanes organizamos caceroladas contra la contaminación en las playas gallegas o por la guerra de Irak y no hacemos lo propio cuando los trenes que nos han de desplazar cada día de casa al trabajo no funcionan. O cuando nuestras viviendas se quedan sin suministro de eléctrico. O cuando los pisos se resquebrajan porque lo túneles se hunden. No lo entiendo. ¿No será que ante un problema de gestión pública, los ciudadanos afectados, la mayoría, tiende a desentenderse, mientras el partido de turno convoca a los suyos a protestar, les afecte más ó menos?. Si fuera así, tendríamos una explicación para el hecho de que el mayor o menor número de manifestantes o la radicalidad de las protestas, no tengan relación directa con la gravedad del perjuicio que el problema ha generado en los ciudadanos. Entendería entonces por qué nos hemos preocupado más, cuanto más lejos de nosotros ha estado el problema.