Seguramente el más simbólico fue ocupar la secretaría general de Comisiones Obreras del Baix Llobregat entre 2000 y 2008. Aceptada encantada la entrevista y nos cita en la sede del sindicato en Barcelona, ahora como secretaria general de la federación de construcción y servicios, otro cargo que nunca había ocupado una mujer.
¿Cómo recuerda su etapa al frente de CC OO en la comarca?
Fueron años complicados y movidos, porque vivimos una de las reconversiones industriales. Los recuerdos que acaban quedando son las pequeñas victorias: cuando se mejora un convenio o se presenta un expediente de regulación de empleo e intentas salvar los puestos de trabajo. Recuerdo aquel tiempo con mucho cariño por parte de las personas y mucho respeto de las instituciones. El respeto no te lo da nadie. O te lo ganas o no es posible.
¿Fue más difícil por el hecho de ser mujer?
No recuerdo muchas dificultades por eso. Es verdad que las mujeres tenemos que demostrar las cosas y que en el caso de los hombres se supone que están capacitados, como el valor en la mili. De alguna manera todo el mundo espera que demuestres que vales por ser mujer.
¿El sindicalismo es machista?
El sindicalismo ha sido un mundo muy machista y lo sigue siendo, pero afortunadamente cada vez menos. Las mujeres accedimos a los puestos de trabajo mucho después que los hombres y si se repasan las fotografías de las luchas obreras de hace 30 o 40 años, se ven muy pocas mujeres en primera línea, porque el rol que teníamos era el de estar en casa. Por eso el sindicato era muy machista y sobre todo en el Baix Llobregat, una comarca muy industrializada. Cuando yo salí elegida secretaria general el 80% de la afiliación eran hombres. Afortunadamente esto ha cambiado, al menos en Comisiones. Ahora la comisión ejecutiva de la CONC es paritaria y de las 12 organizaciones hay cinco mujeres que son secretarias generales. También es cierto que cuando llegué hace cuatro años era la única.
En ocasiones se dice que hay una forma de hacer política masculina y otra femenina. ¿Pasa lo mismo con sindicalismo?
Depende de las personas. Sí creo que el problema que tenemos en Catalunya habría cambiado si hubiera habido alguna mujer en primera línea, porque las mujeres, desde que nacemos, estamos acostumbradas a gestionar conflictos. Nadie está nunca en posesión de la verdad y lo que necesitamos muchas veces es ponernos más en el sitio del otro. Yo negocio convenios, negocio ERES, negocio con las administraciones y a veces, aunque no comparta su idea, puedo entender lo que están planteando. Las mujeres tenemos un sentido diferente para eso.
Comisiones siempre fue el sindicato mayoritario en la comarca, pero con el paso del tiempo UGT ha ido ganando mucho terreno.
Comisiones Obreras está ganando las elecciones sindicales en la comarca, que al final es lo que te da la representatividad y tenemos bastante más afiliados que UGT. Sí es verdad que ellos dieron el salto cuando salimos de la clandestinidad porque había sido el sindicato de referencia del PSOE.
El sindicalismo en el Baix Llobregat siempre se ha caracterizado por la unidad de acción de los sindicatos, algo poco frecuente hace años en otros lugares de gran afiliación.
En el Baix Llobregat se dieron una serie de características insólitas en España. Las huelgas que se convocaban en la comarca no solo tenían que ver con el centro de trabajo para pedir mejoras laborales. Aquí se convocó una huelga general por la carestía de la vida y eso hizo que CCOO y UGT fueran de la mano del movimiento vecinal y asociativo para mejorar la calidad de vida y el trabajo de la gente. Teníamos un frente común.
Luego vino la democracia y se mantuvo la unidad. Los sindicatos de la comarca siempre han estado al frente de los pactos políticos por la reindustrialización y el desarrollo urbanístico, por ejemplo.
El Baix Llobregat era una comarca textil, que después pasó a la industrialización y que sufrió la crisis de la gama blanca. La obligación de los sindicalistas es buscar una salida a un problema que sea la menos mala para los trabajadores, porque no siempre encuentras una buena salida. Vimos que la mejor solución era intentar pactar con las administraciones locales, con el consell comarcal, con la Generalitat o con quien fuera, para formar a la gente que se quedaba sin trabajo y volverla a integrar en el mercado laboral.
Ahora queda poca industria en el Baix Llobregat. Prima la actividad logística y eso genera pocos puestos de trabajo.
Sí, pocos puestos de trabajo y poco valor añadido. La comarca siempre ha sido vista como el vertedero de Barcelona, el lugar donde se podía llevar lo que no se podía hacer en la capital. Cuando se cierra una empresa, en vez de seguir apostando por el terreno industrial, ha habido ayuntamientos que han recalificado terrenos y los han convertido en terrenos de servicios. Eso da la posibilidad de que se instale Amazon o se construya el polígono de Viladecnas. El Baix Llobregat se ha transformado en una comarca muy de servicios.
¿Se ha perdido la capacidad de representación de los sindicatos? Puede parecer que ahora solo defienden a sus afiliados y a los funcionarios.
El sindicalismo en un centro de trabajo con 300 o 400 trabajadores es más fácil. Lo que hemos hecho los sindicatos es intentar organizar a las personas que, aunque pertenezcan a la misma empresa, están en cuatro, cinco o seis centros diferentes. Eso es mucho más complicado. Yo estoy en el sector de la limpieza, en el que antes tenías tres o cuatro personas trabajando en un banco y lo sabías. Ahora hay una persona que va dos días a la semana y hace 45 minutos. Organizar esa realidad es mucho más difícil. No es que los sindicatos nos dediquemos ahora a otra cosa, sino que, al cambiar el mundo del trabajo, hemos de buscar nuevas fórmulas y adaptarnos a la realidad de cada momento para intentar cambiarla.