Manu Valentín. De Cornellà. Autor de ‘Voces caídas del cielo, Historia del exilio judío en Barcelona (1881-1954)’
David Aliaga Muñoz | Viernes 03 de enero de 2020
Entrevista a uno de los grandes cronistas de la historia de los judíos de Barcelona en el siglo XX
En alguna ocasión te he escuchado decir que, para muchos españoles, los judíos eran como un unicornio, una criatura fantástica...
Este imaginario colectivo, lleno de prejuicios, se debe en parte a la ausencia de judíos tras el edicto de expulsión de 1492. Ese hueco, producido por la falta del “otro”, lo llenó el imaginario creado por la Iglesia. Durante siglos el acercamiento al mundo judío se llevó a cabo desde las iglesias, en las que se hablaba de “seres maléficos provistos de cuernos y rabos”. Hasta finales del siglo XIX, la mayoría de españoles no habían conocido un judío de carne y hueso.
Tras varios siglos de exilio, ¿cómo comenzó el regreso de los judíos a Barcelona?
En 1877 residían en Barcelona solamente 21 judíos. Sin embargo, esta cifra irá aumentando gradualmente. A finales del siglo XIX encontramos ya algunos rastros de sefardíes procedentes del Imperio Otomano que eligen Barcelona como destino. Estos judíos otomanos convivirán con otros de procedencia asquenazí, estos amplia minoría, que a partir de 1900 residirán en la ciudad, pero será a partir de 1914 cuando la colonia judía se consolide.
¿Por qué Barcelona?
Barcelona era el destino natural de aquellos primeros judíos de origen otomano, ya que estaban establecidos en Francia, de donde tuvieron que huir durante la Primera Guerra Mundial. La ciudad, además, ofrecía entonces oportunidades para los recién llegados.
Aquellos judíos se esforzaron por integrarse en el tejido social de Barcelona, la comunidad empezó a organizarse... El libro explica, por ejemplo, que los vendedores judíos formaban parte indisociable del Mercado de Sant Antoni.
Muchos de los pioneros se instalaron en los alrededores del Mercado de Sant Antoni, donde ejercieron la venta ambulante. Los vendedores ambulantes solían ocupar las zonas más alejadas del mercado y su actividad requería una autorización del encargado municipal de turno. Poco a poco los Encantes de Sant Antoni se convirtieron en su principal medio de vida, se dedicaba a ello más del 90% de la comunidad.
¿Cómo cambiaron las condiciones de vida de los judíos barceloneses tras el Golpe de Estado de 1936?
En el verano de 1936 convivían dos comunidades judías en la ciudad de Barcelona: la Comunidad Israelita de Barcelona y Agudad Ahim. La primera cerró sus puertas durante las primeras semanas de guerra, aunque a finales de diciembre volvería a abrirlas; Agudad Ahim, por su parte, se mantendría abierta, protegida por varios milicianos. Por otra parte, la huella judía en la Guerra Civil es enorme. En el libro rescato una nota de The Palestine Post que explica que unos 300 judíos residentes en Barcelona se unieron a las tropas que defendían la República.
A pesar de la hostilidad, la comunidad barcelonesa no desapareció, como en 1391. ¿Por qué?
Desde 1939 hasta 1946 ninguna sinagoga del Estado (exceptuando Ceuta y Melilla) obtuvo el permiso para reabrir sus puertas. En abril de 1939 una comisión formada por miembros de la comunidad barcelonesa se presenta en el gobierno civil solicitando ver al Gobernador para obtener permiso para reabrir la sinagoga y el centro comunitario. González Oliveras no les recibe y ese mismo mes se clausura oficialmente la sinagoga de la calle de Provenza. Comienza entonces una época peligrosa para los judíos de la ciudad, en la que el gobierno adoptará medidas policiales específicas para el control de los judíos, gestionadas por declarados antisemitas como Escrivá de Romaní. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, Jacques Danon y Samuel Maytek, como representantes de la CIB, volvieron a pedir autorización para “continuar con el libre desarrollo de sus actividades”. Ante la negativa de las autoridades, el entonces presidente en funciones, Fortunato Benarroch, buscará apoyo en el Congreso Mundial Judío para reabrir la sinagoga. Isaac Weissman, delegado para España y Portugal, buscará la complicidad del embajador español en Lisboa, quien, en diciembre de 1945, le anunciará que ya no existía ningún inconveniente para la reapertura.
¿Hubo en el extrarradio de Barcelona comunidad judía? ¿Tienes constancia de algún miembro significativo de la comunidad viviendo en L’Hospitalet, Cornellà...?
No existe constancia alguna de que haya existido una comunidad judía en la comarca. Puede, sin embargo, que alguno de sus miembros estableciese en ella. En Esplugues y Sant Just, por ejemplo, existía en 1935 una activa colonia alemana, en la que encontramos a tres residentes con apellidos probablemente judíos: Werner Hoffmann, Heinz Musikant y H. Lippmann. El libro concluye en 1954 coincidiendo con la inauguración de la nueva sede de la Comunidad Israelita de Barcelona, fecha que marca el inicio de una nueva etapa en el seno de la misma. Será en el mes de septiembre, coincidiendo con Rosh Hashaná, cuando David Ventura, por entonces presidente, inaugurará el actual edificio, primer templo construido en suelo español tras la expulsión. III