Manuel Reyes | Viernes 03 de enero de 2020
Ha comenzado a andar el nuevo 2020 y probablemente todos nos hemos propuesto que el año que comienza sea mejor que el anterior. Que lo comenzaríamos no solo con buenos deseos, sino también haciendo aquello que quedó pendiente en el pasado. Pero, sin embargo, esos propósitos de enmienda y mejora no se los plantean los gobiernos que actualmente tenemos al frente de las diferentes Administraciones.
En el caso del gobierno de Castelldefels, desde el 1 de enero acaban de subirnos los impuestos. El gobierno engrosa a costa de los vecinos el presupuesto municipal que pasa de los 70 millones en 2019 a 84 millones para este nuevo año, especialmente, debido a la fuerte subida de impuestos que afectará a casi cualquier ámbito impositivo. De este modo, los residentes (pero también aquellos que nos visitan) verán como se dispara la recaudación por IBI, por realizar cualquier tipo de obra o instalación, subirá el alcantarillado, la eco-tasa de residuos, la grúa, el vado, la zona azul y verde, e incluso el precio del ticket del teatro. Los vecinos de Bellamar tendrán que pagar 4,5 millones en contribuciones especiales para reurbanizar su barrio, un esfuerzo importante que no cuenta por ahora con el mismo apoyo por parte del gobierno, ya que no se han buscado las subvenciones suficientes para no tener que pagar tan alto importe.
Por otro lado, volvemos a las antiguas recetas del pasado, y el gobierno local también ha decidido tirar de préstamos bancarios para aumentar el dispendio y el gasto. Recetas que ya nos llevaron hace unos años a una fuerte crisis que nos costó horrores superar y que ahora parece olvidada. Está demostrado, unos son responsables de hipotecarnos y meternos en las crisis (los que gobiernan ahora), y a otros nos toca la responsabilidad de gobernar cuando ya las cosas están muy mal dadas. El gobierno socialista, comunista e independentista pone el acento en aumentar el gasto, y los del PP lo hemos puesto en resolver los problemas de los vecinos, dar soluciones y pagar la deuda de los otros.
Las cosas en el gobierno de la Generalitat y del Estado no apuntan tampoco que vayan a mejor. Todo está parado por las negociaciones, por el cambio de cromos entre el gobierno de Sánchez y los separatistas. Parece que el PSOE no tiene ningún pudor en hacer cualquier cosa para seguir en la poltrona de la Moncloa y es más que posible que pague cualquier precio que le pidan. No todo vale para gobernar. No vale romper el país, claudicar o pagar unos peajes que los sufriremos las próximas décadas. Cerca está el acuerdo entre ellos, pero cada día más lejos están las soluciones a los problemas territoriales y económicos que tiene este país, que por ahora se sigue llamando España.