David Aliaga Muñoz | Viernes 07 de febrero de 2020
Como lector de cómics, uno suele comenzar leyendo los que están de moda en ese momento o los que tiene por casa.
En mi caso, recuerdo un puñado de Súper Humor de mi padre, con historietas de Mortadelo y Filemón, Carpanta…, y comprar grapas de La Patrulla X en el quiosco de avenida Fabregada con Prat de la Riba, en L’Hospitalet. La irrupción de los superhéroes de Marvel DC en las salas de cine han densificado su presencia en las librerías (cada vez menos en los quioscos) y me atrevería a decir que tres cuartas partes de los títulos que se vendan en nuestro aís deben de ser de una de las dos majors. Parece que sólo se publiquen cómics de Los Vengadores, Spiderman y Batman.
Es lógico. Además de haber sabido crear iconos pop globales, tanto Marvel como DC han contado en las últimas décadas con los mejores escritores e ilustradores del medio. Si uno intenta una lista de los mejores diez cómics de los últimos cincuenta años, aparecerán alguna de las historias de Frank Miller en Batman,o de Chris Claremont en Uncanny X-Men. Pero el cómic, ni siquiera el cómic de superhéroes, no termina en esas dos editoriales.
Resulta estimulante sumergirse en propuestas menos conocidas en nuestro país, como el universo superheroico de la editorial Valiant o el maravilloso trabajo de arqueología del tebeo que está llevando cabo Dolmen, con su colección de tiras de prensa. Mandrake el mago o Phantom, títulos popularísimos en Estados Unidos y poco consumidos aquí, son la semilla de la que surgieron posteriormente los héroes que llevamos estampados en las camisetas.
La editorial balear lleva ya algún tiempo recuperando estas obras para los lectores interesados en conocer las raíces del género de la mano de un sabio como Rafael Marín. Quizá algo tópicas en sus temas y con planteamientos narrativos que ahora nos resultan previsibles, poseen un encanto innegable. Mandrake el mago, a cuya lectura me he entregado recientemente, me ha transportado a ese tiempo en el que uno descubre las novelas de Verne, en las que no dejan de pasar cosas, en las que un bien puro y sin ambages lucha denodadamente por imponerse al mal en un combate trepidante. Pero la obra de Lee Falk es también es historia del arte y crónica política y social del siglo pasado. Léanla.