Para l’Hospitalet y el Baix Llobregat supone un orgullo tener en nuestro territorio tamaño potencial científico que trabaja directamente con pacientes que somos los ciudadanos de la comarca. La pandemia ha puesto en el centro del interés social a los científicos, que en muchos casos son también sanitarios clínicos, porque se han revelado con fuerza como nuestro principal escudo. El conocimiento que generan IDIBELL y el Instituto Catalán de Oncología (ICO) avala la necesidad de más inversión en investigación científica en el sistema de salud que integra en nuestro territorio el potencial del campus de Medicina de la Universidad de Barcelona con tres hospitales: el Universitario de Bellvitge, Duran y Reynals y Sant Joan de Déu. Hablamos con el doctor Gabriel Capellá, el director general del IDIBELL.
¿Cómo ha vivido estar en el ojo del huracán de la pandemia?
Ha sido una locura que nos ha descolocado. La investigación se ha revelado como la única manera de encontrar una solución a este reto. Se habla mucho de vacunas como solución de futuro, pero mientras tanto hay que conocer un poco más la enfermedad y evaluar nuevas alternativas terapéuticas. En Bellvitge tenemos la fortuna de tener un campus sanitario con el hospital universitario, que se transformó radicalmente para atender a 400 ingresados por neumonía grave por covid-19. En el mismo campus también tenemos las investigaciones sobre el cáncer, que cambiaron sus protocolos y por último, el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), que se ha transformado radicalmente para luchar contra la pandemia.
¿Quiénes investigan en IDIBELL?
Somos una comunidad de casi 1.300 personas. Tenemos profesionales clave en el campo del conocimiento de enfermedades infecciosas, respiratorias, intensivistas de UCI y generamos un conocimiento básico del covid-19 y también del cáncer. Combinamos experiencia y conocimiento clínico profundo, con experiencia investigadora contrastada. Y nos hemos puesto a trabajar juntos. La mitad investigamos aspectos directamente relacionados con el cáncer, también la neurociencia y luego tenemos investigadores clínicos de Bellvitge. Tenemos una larga tradición de tratamiento y estudio de enfermedades infecciosas, también en microbiología clínica y en especialistas en cuidados intensivos que tienen interés prioritario en estas enfermedades graves relacionadas con infecciones agresivas.
¿Cuántos están volcados en covid-19?
Los equipos de investigadores relacionados con enfermedades infecciosas y que se han volcado en covid-19 están integrados por un centenar de personas repartidas en 5 grupos, a los que hay que añadir los de neumología y respiratorio. Estos profesionales han aguantado clínicamente mucha carga de trabajo y van a ser los que tratarán las posibles repercusiones a largo plazo de estas infecciones tan graves en el pulmón. En seis semanas, pasamos de 0 investigaciones sobre covid-19 a más de 70 en grado de proyecto completo o de colaboración. Y tú tienes que decir los recursos que aportas en esos momentos a razón de horas de investigación de las personas que te pueden acompañar en un ensayo o en una propuesta. Este método nos ha permitido cohesionar más todo el trabajo y generar un entorno transparente en el que discutir estos matices, porque por definición cualquier investigador piensa que lo suyo es lo más importante.
¿Tienen alguna certeza?
Sabemos que covid-19 deja cicatrices en los pulmones, fibrosis, y nuestros especialistas saben mucho de fibrosis pulmonares y conocen los medicamentos para tratarla. La investigadora Marian Molina estudia por ejemplo de qué manera reaccionará el pulmón infectado por covid-19 dentro de unos meses y hace seguimiento de los supervivientes de la neumonía grave. De esta forma, podemos explorar la posible eficacia del tratamiento que module la cicatriz que se produce en el pulmón.
¿Qué frentes tienen abiertos sobre covid-19?
En IDIBELL llevamos a cabo 79 proyectos, desde estudios colaborativos y de seroprevalencia a participaciones en registros para entender bien cómo evoluciona la epidemia.
Destaque alguno.
Por ejemplo, estudiamos nuevas alternativas terapéuticas. El doctor Máñez intenta modular la inmunidad para responder frente a la agresión que representa el virus. También trabaja cómo modular la alta respuesta de inmunidad innata que tenemos basalmente todos, en los tratamientos de infecciones. Además, tenemos diez estudios de reposicionamiento para probar alternativas que ya se están utilizando en tratamientos contra otros virus. Otra línea de estudio persigue entender por qué el covid-19 produce asintomáticos, otros se infectan y otros reaccionan con inflamación pulmonar que les causa la muerte. Buscamos indicadores a nivel más genético que nos da esta predicción a las respuestas de la enfermedad.
¿Cómo protegernos ante un posible rebote?
No sabemos cómo protegernos, cómo responderemos ante una nueva ronda del virus. El Instituto Carlos III nos financia otro proyecto precisamente para estudiar a corto y largo plazo ese aspecto. En el corto, empezamos a tener intuiciones de por dónde va el virus, pero a largo no tenemos ni idea. Ahora tenemos un conjunto de pacientes que han salido del momento agudo de la enfermedad y los estamos siguiendo para medir una serie de parámetros que nos hará entender cómo responder. Esto será determinante, no para la vacuna, sino para entender si funciona o no cuando la tengamos.
¿Hacen seguimiento de los pacientes?
Con un esfuerzo sistemático de recolección de muestras biológicas, hemos puesto en marcha un biobanco a partir de 400 enfermos que han sido tratados en el Hospital de Bellvitge. Algunos de ellos son los que seguiremos y eso nos permitirá entender al virus con el tiempo.
¿Están protegidos los que ya han padecido la enfermedad?
No sabemos cómo reaccionarán ante una nueva ola ni tampoco después de que se vacunen cuando tengamos la vacuna. No sabemos nada. Es muy importante que hayamos empezado el tratamiento empírico en base a indicios e intuiciones y tendremos que descubrir dónde ha ido bien y, en otras cosas, aunque hayamos actuado con toda la buena intención, sabremos lo que ha sido más nocivo. En una segunda ola de estudios comprobaremos empíricamente aquellas intuiciones “retrospectivas” sin sesgos. Ahora ya tenemos historia previa. En esta segunda ronda participan también compañías farmacéuticas porque hay medicamentos que “suenan” bien y necesitan la evidencia científica para que sean autorizados por las autoridades. Los médicos tenemos muchas ganas de tener evidencias sólidas que nos permitan aprender del virus.
¿Cómo se han coordinado con el hospital?
Bellvitge se transformó en un hospital monográfico de covid-19. Los investigadores químicos trabajaban todo el día para que la ola de pandemia pudiera ser interpretada y estudiada. Estar al lado del hospital fue una primera lección importante. Porque los mejores especialistas estaban trabajando 12 horas al día atendiendo a los enfermos y no estaban para muchas historias. La siguiente cosa fue la colaboración entre los biólogos que saben más de laboratorio y los inmunólogos. Con su triangulación con los investigadores químicos empezamos a explorar hipótesis relevantes.
¿La pandemia ha revelado la importancia de la ciencia?
Desde el punto de vista sociológico, el rol entre la ciencia, el consejo científico y la política son temas que dan mucho de sí. No es lo mismo la ciencia que ser un asesor para un presidente y, mucho menos, un político. Nosotros hemos vivido en directo en diferentes versiones estas tensiones entre esos tres vectores de geometría variable.
¿Qué han visto?
Que la evidencia que teníamos era débil, muy poquita frente a la búsqueda de certezas de todo el mundo. Hemos vivido una situación muy compleja que ha hecho la situación todavía más complicada, porque tanto al político como el que toma cualquier tipo decisiones, le cuesta no tener certezas. Y también debemos mantener la pedagogía para que nuestro conocimiento sea mejor para poder ayudar a refinar al máximo el mapa de las decisiones que se tienen que tomar.
Ponga un ejemplo…
Los modelos matemáticos han ayudado mucho, pero lo que está claro es que son mejores si les introduces más datos. Cuanto más nutres el modelo de datos reales, más lo refinas. Hay que tener confianza. Cuando hay mucha incertidumbre y visiones diferentes, el político acaba dudando, porque lo que hay en estos momentos es incertidumbre. La ciencia, nuestra investigación, contribuye a proveer de información de la máxima calidad y lo mejor contrastada posible para que en la próxima ola estemos mucho mejor preparados.
¿Se está haciendo bien la desescalada por fases?
Me declaro incompetente porque no lo sé. Lo único que entiendo es que hay una prudencia que está basada en esta incertidumbre. Debemos ser conscientes de que la evidencia científica es la que es. Y la estrategia debe ser informar, educar, ser pedagógico para ir teniendo en cuenta que es inevitable hacer las pruebas. Se va a tener que probar a recuperar la actividad para ver qué pasa. Desde el punto de vista epidemiológico, si por alguna razón hay un rebrote no tiene que verse como un fracaso; será una lección que tenemos que aprender, porque no puedes mantener eternamente parada la sociedad. Es inevitable hacer pruebas con cautela.
¿La incertidumbre es como la niebla, que nos obliga a conducir más lentamente?
La incertidumbre es intrínseca a la generación del conocimiento. El método científico parte de una hipótesis que, por definición, es incierta. Desde una base agnóstica, no sabes si saldrá o no. Siguiendo el método científico generas una respuesta. Lo que nos cuesta aceptar de esta incertidumbre es la magnitud social que la pandemia tiene. Y nada es automático, todo es incierto, tanto individualmente como en el proceso de toma de decisiones.
¿Tienen ustedes suficiente financiación?
El sector de la ciencia en España está tradicionalmente mal financiado en proporción al PIB. En la crisis de 2008 hubo un recorte significativo que solo recientemente hemos recuperado. También es cierto que tenemos un tejido investigador que ha sido suficientemente fuerte y competitivo para ir capturando recursos tanto de agencias nacionales como internacionales. Además, ha aparecido mucha fundación privada y dinero internacional que se ha podido aplicar y hemos vuelto a ser razonablemente competitivos para capturar dinero, tanto en el sector en general como en IDIBELL en particular.
¿Y la colaboración público-privada?
Gracias a ella realizamos todo el tipo de ensayos y estudios colaborativos. Nosotros lo promovemos en condiciones que beneficia las dos partes, y poder ofrecer a los pacientes en primera instancia un tratamiento novedoso siempre es beneficioso, individual y claramente generas conocimiento que da respuesta a necesidades.
¿Cómo se traduce sus investigaciones en productos para el mercado?
Por ejemplo, el doctor Máñez, que es intensivista, es fundador de RemAb Therapeutics, una “spin off” surgida de IDIBELL que está testando un nuevo tratamiento, denominado RA01, alternativo a los antibióticos y trabaja en identificar y eliminar anticuerpos de forma selectiva e empeoran la infección causada por el coronavirus. Estas investigaciones son susceptibles de que lleguen al mercado. Tenemos hasta 4 o 5 empress “spin off” de estas características en nuestro entono, lo que supone un ejemplo de que el conocimiento no solo responde a un problema; también intenta que esta respuesta se convierta en una idea y en un producto que eventualmente sea validado y considerado útil.
¿Qué apoyo reciben del resto de la sociedad?
Me gustaría mencionar una iniciativa que ha buscado la complicidad de la sociedad civil. El cocinero Nandu Jubany nos ha ayudado con la campaña “Con una sonrisa” y estamos haciendo mascarillas que cumplen con el criterio de protegernos cuando no somos infectivos, que utilizan los profesionales de la cocina. Jubany ha lanzado campaña con un “hastag” #BellvitgeInvestiga que lleva dibujado una sonrisa. Gracias a la generosidad del fabricante csty.es y la ayuda de Jubany hemos vendido más de 10.000 mascarillas. Es un ejemplo de la complicidad de gente de renombre y proyección pública para poder acelerar estas investigaciones. III