Què se n'ha fet de?

“Apoyamos a Corbacho y él no correspondió al PSC como debía”

Pere Ríos | Viernes 05 de junio de 2020
José Vicente Muñoz Gómez nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla) en 1956 y antes de cumplir los diez años llegó al barrio de Pubilla Casas de L’Hospitalet, la ciudad de la que ya no se movería.

Asegura que ha hecho “muchas cosas en la vida”, pero la estabilidad laboral le llegó en 1977 como conductor de autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), la empresa en la que se ha acabado jubilando como directivo. “Pero no con cargo de alto directivo ni ejecutivo”, precisa. Entre 1987 y 2008 ocupó diversas carteras en el Ayuntamiento de L’Hospitalet como concejal y teniente de alcalde del PSC y aquel año dio el salto al Congreso, donde fue diputado en la IX legislatura, antes de regresar a TMB. La entrevista con EL LLOBREGAT se desarrolla por teléfono, porque España sigue en estado de alarma. Los primeros minutos de la conversación no pueden evitar la cruda realidad y la crisis económica que se avecina. “Tengo una hija que trabaja de noche en el hospital Moisès Broggi y que estos días no ha venido a casa porque tenía miedo de contagiarnos”.

Tu trayectoria política empieza cuando los socialistas tenían mayoría absoluta en casi todas las instituciones.
Sí. Estuve en el Ayuntamiento de L’Hospitalet entre junio de 1987 y marzo de 2008 y me marché cuando se produjo el cambio en la alcaldía y entró Núria Marín. Yo empecé como concejal de distrito en Pubilla Casas y Can Serra. Fue una experiencia que me encantó y de la que aprendí mucho. Es un cargo por el que deberían pasar todos los que quieran hacer política de verdad, porque ahí es donde conoces las necesidades de la gente y las posibilidades de arreglarlas o no. Cuando Celestino Corbacho cogió la alcaldía en 1994 fui nombrado primer teniente de alcalde de política territorial y después de políticas sociales.

Luego fuiste diputado en el Congreso, cuando estalló la crisis económica de 2008.
Si, fue una legislatura complicadísima. Aquella crisis deshizo muchos vínculos desde el punto de vista de necesidades de la gente. Cuando acordamos la congelación de las pensiones lo pasé muy mal. Fue una legislatura complicada en la que todo se iba derrumbando, todo se disolvía como un azucarillo. Tuvimos que hacer un esfuerzo muy grande y creo que aquello fue más duro que lo que vendrá. Ahora no hay descapitalización económica, las empresas podrán seguir haciendo su trabajo, con dificultades.

De la época de diputado, recuerdo lo mismo que cuando entré como concejal. Tenía una ilusión muy importante, me llenó de angustia por la alta responsabilidad que se me venía encima. Ahora hay otra forma de hacer política. Me dio una gran impresión el primer día que entré en el Congreso y me prometí trabajar con todas mis fuerzas. Fui nombrado portavoz de políticas de discapacidad y crecí mucho desde el punto de vista particular. También fui comisionado del grupo socialista para las minorías étnicas y tuve la posibilidad de conocer a mucha gente.

En 2011 vuelves a Barcelona.
Sí, en el mes de noviembre, cuando se disolvieron las Cortes y se convocaron las elecciones. Volví a TMB para reincorporarme a la excedencia forzosa que tenía y pedí que me dieran un trabajo donde pudieran exprimirme. Me nombraron adjunto a la Comunicación y Relaciones Institucionales y recibía todas las visitas de los municipios metropolitanos en la estación Fira de la línea 9 del Metro. A la empresa le venía muy bien que fuera así, porque era adelantarnos a los acontecimientos y parece que estaba muy bien considerado el trabajo que hice.

Los cargos directivos de TMB han sido criticados desde hace años por los elevados sueldos que perciben.
No es mi caso, yo no estaba fuera de convenio. Mi contrato laboral estaba suspendido y me volví a incorpora. Yo estuve en medio de esa polémica, porque algunos sindicatos lo criticaban. En mi caso era más porque procedía de la política que por otras circunstancias. Ser político ni es ser más ni es ser menos. Los derechos como trabajador los tienes como cualquier persona. Empecé con un sueldo como la media del grupo IV al que pertenecía, creo que no llegaba a dos mil euros. Yo era dirección, pero no alta dirección ni cargo ejecutivo.

Todas las personas entrevistadas en esta sección coinciden en que la política local es la que provoca mayores satisfacciones personales. ¿Compartes esa impresión?
Totalmente. La política local es trabajar desde la base, que es donde están las cosas importantes de la vida, donde está la gente. Luego vienen las alturas mal entendidas, porque no son alturas, son responsabilidades, y hay gente que se despista y se eleva. Eso no es bueno, no hay que elevarse. Me llena de orgullo que aún me saluden por la calle y crean que soy concejal. Lo importante es no despegarse de la realidad. Cuando era diputado en Madrid algunas entidades me pedían una reunión y yo no tenía ningún problema en ir a verlos, a Asturias o donde hiciera falta.

En tu época de concejal también fuiste el hombre de enlace del Ayuntamiento de L’Hospitalet con las casas regionales.
Sí, yo conocía ese mundo y empecé por las entidades andaluzas, porque había ayudado a fundar la Asociación Cultural Andaluza donde estaba Ana Márquez y mi madre estuvo de joven en la Peña Antonio Mairena de L’Hospitalet. Para mí fue un orgullo y un gran aprendizaje, lo importante es aprender de la vida.

Como concejal viviste el caso judicial que acabó con la dimisión de Juan Ignacio Pujana, el primer alcalde de L’Hospitalet. ¿Qué recuerdos te quedan de aquello?
Lo que hicimos en aquel momento estuvo bien y teníamos que hacer un relevo porque había lo que había y Pujana fue el primer cargo público en España condenado por tráfico de influencias. Pero a toro pasado me queda un regusto. Fue un momento muy complicado, yo opté por estar en un sitio y me sabe mal lo que pasó porque la persona a la que apoyamos no ha correspondido al Partido Socialista como yo creo que tenía que haberlo hecho. Ese es el mal sabor de boca que me queda.

Supongo que te refieres al viraje político que ha hecho Celestino Corbacho, que dejó el PSC para acabar apoyando a Manuel Valls en Barcelona después de haberlo sido casi todo: alcalde, presidente de la Diputación, diputado en el Parlament y ministro. Pero tú fuiste durante un tiempo la mano derecha de Corbacho en el Ayuntamiento o al menos lo parecía.

Me fastidia lo que pasó. No sé si nos equivocamos con Corbacho o nos encantó. No me gustó lo que hizo después de todo el lío que hubo. Sí, yo fui de los más críticos con Pujana y advertí de lo que estábamos haciendo. La asamblea de renovación del PSC es la que da la mayoría a Corbacho, cuando llega a primer secretario de L’Hospitalet. Me sabe mal, no me gustó lo que pasó. Las cosas a veces pasan, pero en el futuro aparecen también las cosas que no están bien hechas. Nos equivocamos al apostar por una persona que no correspondió. Ignacio sigue estando ahí.

¿Mantienes alguna relación con Corbacho?
No. Se me haría muy difícil tener trato con Corbacho. Para los que hemos estado en primera línea de batalla política, no se entiende vernos en esa huida y no quiero pensar más allá. Cada uno, con su examen de conciencia, que piense si lo ha hecho bien o lo ha hecho mal. Yo sigo trabajando por el PSC y los ideales del socialismo, que sirven aquí y en todas partes. Los que no tienen ideales ponen una excusa y es que España se rompe. A mí no me sirve eso.

¿Cómo ves a la alcaldesa Núria Marín?
Bien, a tope, es un torbellino. Lo que pasa es que con la crisis está desbordada, como todo el mundo. No sé si todo lo ocurrido obligará a retocar el proyecto con el que nos presentamos a las elecciones en L’Hospitalet. Núria es una mujer muy activa, muy de calle. Estoy encantado de llevarme bien con ella y sabe que me tiene a su disposición para lo que la pueda ayudar. III