Lluis M Estruch | Viernes 02 de octubre de 2020
Hace un año visité la República de San Marino, y en un rincón de su plaza medieval, solían reunirse un grupo de “seniors” que repasaban críticamente la actualidad local; eran temidos, aunque supongo
que muchos de ellos ya habrán fallecido dado el triste record mundial de víctimas del covid-19 que ostenta la República.
Sus autoridades solicitaron ayuda a la República italiana, disimulando su impotencia para afrontar la plaga.
Ahora y aquí en Iberia, bloqueados, casi encarcelados algunos, empobrecidos todos; vemos que nuestras autoridades no colaboran entre sí. La “non nata” República catalana, para muchos, restringe colaborar con el Reino de España, el cual alivia la presión hacia los gobiernos regionales y municipios.
El resultado un caos y un desconcierto en temas como el inicio del curso, el ocio, turismo y comercio. Por supuesto ninguna autonomía especial puede presumir de grandes resultados diferenciales, más bien al contrario. No ha ocurrido lo del Véneto, con un modelo propio y exitoso. Nada de esto, sino un desfile de personajes mediocres e incapaces con soluciones pintorescas.
Pienso que Sant Boi, Vilaboi para algunos, tras sus 41 años socialistas, fracasó en el 2008 y con la crisis actual, también; porque sus indicadores socioeconómicos están en rojo desde hace décadas y no se atina en mejorar su renta media familiar, muy inferior a la española y la segunda más pobre de la comarca. Corren las fiambreras y los turnos de auxilio familiar, aumenta el reparto de alimentos por ONG, los escolares han pasado el curso “en blanco”; ya hay más delitos sin el confinamiento forzoso y viveros de marihuana con luces 24 horas en casas okupadas. ¿Sólo esto? ¡Oh, no! Hace días, ante el record de contagios comarcales de la covid-19, se nos ofrecía, vía la Generalitat de Cataluña, 6.000 PCRs a los del Ambulatorio Montclar… Que hace poco nos desinfectaba el ejército.
De seguir así, un selecto grupo de seniors locales nos auguran un estallido violento dada la crispada situación que los ERTES, IMVs retrasados y escasos. Por otra parte, varios exconcejales recuerdan la finitud de los ERTES. Y después, ¿qué?.
Julius Anicetus, el liberto alfarero (Siglo I A.C.) que exportó desde Sant Boi a Roma, se encomendaba a sus lares domésticos y le fue bien. Muchos empiezan a mirar de refilón a San Pancracio, el santito que lo sostiene todo, y se dicen aquello de “Salud y trabajo, San Pancracio”, porque ambos empiezan a faltar en Sant Boi.