Silvia García Susín | Martes 17 de noviembre de 2020
Es una realidad. Ha vuelto a nuestras vidas. Si es que alguna vez desapareció, claro está. Hasta no hace demasiado tiempo el chándal era básicamente la prenda estrella de raperos o reguetoneros, Rosalía a la cabeza. Los que ya tenemos una edad pensaremos en Will Smith en “El Príncipe de Bel Air” y el Luisma en “Aída” y su homenaje a todos los drogodependientes noventeros y sus chándals. No puede faltar tampoco Rocky Balboa y su mítico chándal gris mientras corría al ritmo de “The eye of the tiger”. No negaremos tampoco que todos hemos llevado uno cuando éramos pequeños para ir al colegio, especialmente si tocaba clase de Educación Física.
Y como todo vuelve pues el chándal también. Su reaparición se la debemos al maldito coronavirus y más concretamente al confinamiento. Esta prenda nos ayuda a estar decentes y cómodos en casa dejando por unas horas guardados nuestros pijamas. Arreglados pero informales. Perfectos para esto nuevo de teletrabajar o para bajar a por pan o pasear al perro sin necesidad de vestirse. El chándal siempre ha tenido defensores y detractores pero oiga, cómodo es.
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