Cornellà

Las restricciones por la pandemia hacen detonar la violencia de género

EN MUCHAS INTERVENCIONES POR VIOLENCIA DE GÉNERO SE ATIENDE A MENORES
Marisa Montoya | Viernes 04 de diciembre de 2020
El CIRD de Cornellà ha atendido al doble de mujeres víctimas de agresiones desde que se desataron los contagios de covid-19. El consumo masivo de pornografía durante los tediosos encierros del confinamiento ha elevado aún más el riesgo de malos tratos.

La pandemia del covid-19 está teniendo repercusiones muy evidentes -en la economía y en las costumbres sociales, sobre todo- pero también consecuencias invisibles ahora pero que tendrán un fuerte impacto a largo plazo en las relaciones de pareja. Un triste ejemplo que todavía no salta a la vista (pero que ahí está pese al silencio mediático) son las víctimas de la violencia de género, una lacra que se está multiplicando casi al mismo ritmo que los contagios.

Parece que el coronavirus haya acabado las agresiones machistas, porque ya no se habla de ellas, pero nada más lejos de la realidad. La violencia de genero continúa siendo el estremecedor pan de cada día y la particular pandemia de muchas mujeres y familias.

Como muestra, un botón: el Centre d’Informació i Recursos per les Dones (CIRD) de Cornellà atendió durante los meses del confinamiento (de marzo a junio) a 62 mujeres maltratadas, el doble (sí, el doble) que en el mismo periodo de 2020.

Pero hay más pruebas. Los datos recopilados por el Consell Comarcal del Baix Llobregat (CCBLL) sobre violencia de género también ponen los pelos de punta: 1.781 actuaciones (147 de ellas, urgentes) realizadas solo durante los cuatro meses de encierro en la comarca. Además, en 369 de las intervenciones se requirió la colaboración de un trabajador o educador social, lo que significa que había menores.

La psicóloga Carme Sánchez, del Parc Sanitari Sant Joan de Déu (PSSJD) de Sant Boi, lamenta que las espeluznantes cifras del CIRD de Cornellà son extensibles al resto de la comarca y a L’Hospitalet. Lo certifica que las llamadas de teléfono a la línea de atención contra la violencia machista de la Generalitat (900 900 120) se han incrementado en un 52,8% y los correos electrónicos recibidos se han disparado en un 536,1%, es decir se han multiplicado por cinco. Las tendencias apuntan a que el 2020 no sólo será el año del azote del covid-19, también será un año negro en las agresiones a mujeres.

“El confinamiento provocó un aumento importante de las tensiones entre agresores y víctimas y facilitó la impunidad del agresor”, apunta Sánchez como una de las causas de que la violencia de género siga al alza. Entre los detonantes destaca la imposibilidad de salir del domicilio (o hacerlo con cuentagotas) lo que obliga a las víctimas a permanecer con su maltratador sin posibilidad de escapar o huir. Además, enciende la mecha “del aislamiento y el control directo”, característicos de la violencia machista, explica la psicóloga del PSSJD.

Bajo el imperio del covid-19, ha crecido tanto el riesgo de sufrir violencia psicológica (amenazas e intimidación) y como de violencia física y sexual, un extremo que los tediosos encierros incluso han incentivado. “El aumento del consumo de pornografía durante el confinamiento ha supuesto un aumento del riesgo para las víctimas” destaca Sánchez. No es una novedad. Varios estudios demuestran que los contenidos pornográficos (especialmente en adolescentes y jóvenes) predisponen a los hombres a desarrollar conductas de violencia machista.

La prolongación de las restricciones ha generado en las víctimas desesperación y una mayor sensación de soledad. Y es que el coronavirus se lo ha puesto todo muy cuesta arriba, porque muchas de ellas (aunque no hubieran denunciado a sus parejas), tenían pensado separarse o habían iniciado el procedimiento, pero la pandemia ha congelado sus intenciones.

La desescalada en lugar de mejor la situación de estas mujeres la complicó aún más. Los feminicidios -o asesinatos por violencia de género- disminuyeron durante el confinamiento, porque “el agresor tenía el control total de la relación y de la vida de la mujer”, afirma Sánchez. Pero al levantarse las restricciones, los agresores se negaron a perder ese control total del que se habían apoderado, con lo que aumentó el riesgo de muerte para las víctimas.

Desde las instituciones y organizaciones que luchan contra la violencia de género se sigue haciendo todo lo posible para acabar con esta otra pandemia. Se han intensificado las campañas de sensibilización e información, alguna tan original como la promovida por el Institut Català de les Dones para denunciar casos de violencia de género en comercios y supermercados.

El apoyo a las víctimas también se ha adaptado al mundo virtual, incorporando la atención por WhatsApp. Además, como la mujer confinada no puede hablar con total libertad, el SSJD de Sant Boi ha impulsado “Project SAVE” un diagrama de flujo para a los profesionales (con preguntas a las que solo debe responderse sí o no) para las víctimas no se pongan en peligro al contestar al teléfono.

Con covid-19 o sin él, Carmen Sánchez recomienda a las víctimas de violencia machista que mantengan el contacto social y asegura que los profesionales se van a volcar en atender “a las mujeres que ya han denunciado o han requerido una intervención”. Y mientras la violencia machista no desaparece, educar sigue siendo la mejor manera de combatirla. III