A falta de nieve en las calles y saturación de ella en las redes sociales, he decidido indagar sobre ella y saber qué más ha ofrecido a lo largo de la historia además de paisajes idílicos.
Y es que es obvio que la nieve no es algo reciente en absoluto. Es más antigua que el hilo negro. Quizá lo que ha cambiado es la manera de disfrutarla o aprovecharla. Ahora la vemos como algo lúdico, nos gusta hacer muñecos de nieve, tirarnos bolas, lanzarnos en trineo o esquiar. Después está la otra cara menos divertida. La del caos que provoca dejando pueblos incomunicados, peligro en las carreteras que se convierten en pistas de patinaje y las caídas en las calles de los más temerarios. Esto último sucede porque la nieve se transforma en hielo y deja de ser divertido. Ese hielo nos complica la vida, pero desde hace muchos siglos era una bendición para nuestros antepasados.
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