Ya antes de esta crisis, en el mundo de la hostelería, las grandes cadenas de comida rápida y las franquicias habían provocado la desaparición de muchos locales. Se adoptaron medidas como los ERTES, ya que de no ser así, el desastre alcanzaría mayores proporciones. No obstante, las ayudas han tardado en llegar y resultan insuficientes. El Ejecutivo aprobó un plan de 4.000 millones de euros para reflotar los negocios de restauración, turismo y comercio, pero los hosteleros consideran que solo su sector necesitaría más de 8.000 millones para salir adelante.
Las medidas aprobadas por el gobierno rebajan alquileres, aplican apoyos fiscales, promueven préstamos a bajo interés y establecen reducciones en las cuotas de la seguridad social de los empleados, pero quienes dirigen las asociaciones del sector echan de menos ayudas directas, sin ellas temen que la quiebra de los locales arrastren al paro a más de un millón de empleados.
El mundo de la hostelería supone más del 6% del PIB de nuestro país y ofrece trabajo a 1,7 millones de personas, además proporciona a través de sus impuestos casi 18.000 millones de euros a las arcas del Estado.
Deberían haberse ofrecido ayudas directas como ha sucedido en países de nuestro entorno, donde se ha repuesto un elevado porcentaje de la facturación del año anterior.
Además, en los locales no se han registrado unas tasas de contagio elevadas. El último informe solo cifra en la hostelería el 2% de los contagios.
Las autoridades no saben como controlar la situación y optan por cerrar la hostelería, aunque en otros lugares como el transporte público, en numerosas ocasiones muy concurridos, no se adopten medidas tan severas.
Los establecimientos hosteleros se han visto obligados a adaptarse y realizar cuantiosas inversiones para reacondicionar los mismos, implementar medidas de higiene y seguridad, con la finalidad de evitar contagios para hacer frente al virus.
Resulta evidente concluir que muchos de los contagios se producen en las reuniones que tienen lugar en los domicilios privados, donde existen más riesgos desde el punto de vista sanitario.
En definitiva, las ayudas directas deben llegar cuanto antes al sector para propiciar la salida de la situación agónica en la que se encuentra e iniciar la transformación necesaria tras la pandemia. III