El proyecto de prolongación de la tercera pista 500 metros en dirección a la Zona Franca y el de construcción de la terminal satélite del aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona-El Prat se ha tomado un ‘kit-kat’ forzoso impuesto por el covid-19, que ha precipitado la actividad aérea de El Prat a un vacío numérico con mínimos del siglo pasado. Pero el paréntesis, y la caída de las cifras -tanto de movimientos de aeronaves como de pasajeros- no ha enfriado el interés del gestor público-privado de las infraestructuras aeroportuarias españolas (AENA). Al contrario, el ente aeroportuario se ha mantenido ojo avizor durante el impasse del coronavirus y ya ha puesto sobre una fecha límite para dirimir el futuro de una actuación que acarrearía la desaparición de la laguna protegida de la Ricarda: el próximo verano
Antes de que el inicio de la pandemia lo zarandeara todo, El Prat se encontraba muy cerca de alcanzar su techo operativo de 55 millones de pasajeros anuales y las 90 operaciones aéreas por hora que fija como tope la declaración de impacto ambiental del aeropuerto (según AENA, a principios del año 2020 el número de despegues y aterrizajes en las pistas barcelonesas se situaba ya entre 87 y 88, en las horas punta).
Podría parecer que en la actual franja de vacas flacas (la operatividad del aeropuerto ha caída más de un 90% en número de viajeros y de un 89% en movimientos de aeronaves en el último año), el proyecto de ampliación del aeródromo pratense se guardaría para los en un cajón para los restos. Pero ocurre justo lo contrario.AENA tiene mucho interés en retomar el proyecto porque existe una reserva presupuestaria para financiar las obras y porque la ejecución del proyecto requiere un largo de autorizaciones y trámites burocráticos y una procesión de plazos “que requiere de años”, recuerdan fuentes aeroportuarias.
Las mismas fuentes alertan de que si en unos tres meses no se toma una decisión al respecto, podría “hipotecarse definitivamente el futuro” del aeropuerto Josep Tarradellas, porque la anhelada ampliación “llegaría tarde”. “Antes del verano las instituciones tienen que volver a sentarse a hablar sobre el proyecto de ampliación de El Prat y sacarlo adelante, porque si el aeropuerto no crece, retrocederá, y eso sería un golpe muy duro para la economía local cuando arranque la recuperación” post-covid-19, asegura un portavoz aeroportuario.
Pese a que la posible desaparición de la Ricarda ha despertado un fuerte rechazo social, y a pesar que La Unión Europea ha dado un tirón de orejas al Gobierno de España por la falta de protección de una zona natural situada en el límite occidental del recinto aeroportuario, fuentes de AENA insisten en que alargar 500 metros la tercera pista a costa de la laguna “es viable si se compensa con la creación de una nueva zona natural diez veces mayor que la eliminada- “Si los expertos determinan que la permuta es técnicamente correcta”, la UE daría luz verde al proyecto. Con recelos o sin ellos.
Unos registros enfermos por la pandemia del covid-19 |