Se podría decir de él, sin miedo a equivocarse, que es un hombre sencillo y poco dado a excentricidades y a eso tan en boga ahora de lucir palmito bajo los focos mediáticos. La genialidad va por dentro. David Aliaga (L’Hospitalet, 1989) es uno de los 25 escritores con mayor proyección en lengua castellana, según la lista de futuros clásicos en el idioma de Cervantes hecha pública recientemente por la prestigiosa revista, de matriz británica, Granta en español. Aliaga, periodista de formación, máster en humanidades y editor de profesión, alterna su carrera literaria y laboral con sus ‘Cartas desde Krypton’ de El Llobregat, una de las secciones más aplaudidas de nuestra publicación.
De un día para otro, como quien no quiere la cosa, has pasado de madrugar para trabajar como editor, a codearte con la élite de los 25 escritores escogidos por la revista ‘Granta en Español’ como más prometedores y de mayor proyección en la lengua de Cervantes. ¿Cómo se digiere eso?
Con mucha alegría. Es un honor porque conozco la tradición de las listas de Granta con escritores en inglés y soy un gran seguidor. Recuerdo especialmente su monográfico sobre el realismo sucio americano. Me ha hecho más ilusión porque sé lo que significa estar en esa lista.
¿Y qué se siente al estar entre los 25 elegidos?
Es un espaldarazo al trabajo realizado y a muchos años escribiendo. Y más para alguien como yo que publica en sellos pequeños y con poca tirada. Todavía me resulta difícil de creer. No había ninguna evidencia que me hiciera pensar que estaría algún día en la lista.
Pero si estás en la lista de Granta en español, es que eres uno de los buenos…
Lo de las listas siempre es muy relativo. Sinceramente, creo que hay escritores mejores, Cada premio tiene un jurado, que prima unos méritos y no otros. Si esta misma lista la hubiera elaborado otro jurado, con otra sensibilidad, seguro que los elegidos seríamos otros.
¿Qué te ha hecho merecedor de este honor, de este privilegio, entonces?
La editora de Granta en español, Valerie Miles, me ha explicado que, sobre todo, por la sutileza de mis escritos y porque estos dialogan con la tradición literaria previa.
¿Y en qué consiste esa sutileza y ese diálogo con la literatura del pasado?
En que soy un escritor muy preocupado por el papel de la palabra, del lenguaje, en temas como la memoria y la identidad. Escribo para indagar y comprender mi lugar en el mundo y cómo me relaciono con lo que me rodea.
¿Y te decantas por algún género literario?
He tocado varios géneros. He hecho ensayos, ficción… un poco de todo. Soy más de relato que de novela. Pero la narrativa de ficción es mi ámbito.
Y esa tradición literaria con la que conectas, ¿cuál es? ¿Qué autores te han influido?
Me obsesioné con Raymond Carvel y con “El Periodista Deportivo” de Richard Ford. Después me influyeron inconscientemente John Maxwell Coetzee y la generación de autores franceses de los 40: Patrick Modiano, Pierre Michon, Pascal Quignard y otros. He sido muy permeable a su temática y su estética. He aprendido con ellos.
¿Hay escritores españoles o en español entre tus referentes?
En la universidad me gustaba mucho Javier Marías y Juan Eduardo Cirlot y leo a Juan Villoro, Samanta Schweblin y Mónica Ojeda (que también está en la lista de Granta). Hay escritores latinoamericanos muy potentes y asumen más riesgos narrativos que los de España.
¿Te consideras un escritor español o un escritor catalán en lengua española?
Me siento muy lejos del concepto “nacional” o “nacionalista”. Así que me cuesta saber si lo que hago es literatura española o catalana. Escribo en español, pero soy catalán de nacimiento. Nací en L’Hospitalet, viví en el barrio de La Florida y estudié en el de Collblanc. Ahora resido en Igualada. Soy catalán de nacimiento, igual que mis padres y parte de mis abuelos. Y esa experiencia de ser de L’Hospitalet o de Barcelona siempre sale a relucir cuando elijo un escenario para un texto, por ejemplo.
Pero, a raíz de polémicas como el trato dado al escritor Javier Cercas, sigue viva la dicotomía de si es literatura catalana la que se hace en Cataluña o la que se escribe en catalán...
En el debate entre ser catalán o ser español, soy las dos cosas a la vez y no soy ninguna. Pero sí que formo parte de la cultura catalana. Reducir a un solo idioma la cultura de un país bilingüe es simplificar mucho, No creo se forme parte de una cultura por usar una lengua u otra.
Es decir, que solo hay una cultura catalana…
La cultura catalana tiene dos lenguas. La literatura escrita en español dialoga con la realidad catalana. Es lo que implica vivir en Barcelona o nacer en L’Hospitalet, te impregnas de su cultura y eso se trasmite al escribir. Mi lengua materna es el español, porque crecí con ella, y para mi, usarla es lo más natural. Pero soy bilingüe. He traducido a Dickens y a Wilde del inglés al catalán. Empecé a escribir en castellano porque es mi lengua de pensamiento. Cataluña es bilingüe y es una suerte.
¿Son buenos tiempos para la narrativa?
Vivir del oficio de escritor siempre es difícil. Ahora es más fácil que nunca publicar, por la autoedición y porque hay más editoriales independientes, pero eso hace que también haya menos filtros. Siempre es buen momento para escribir. Que mi generación viva tiempos convulsos es una bendición y a la vez una maldición.
De todas tus obras, ¿con cuál te quedas?
Mi favorita es la más reciente, ‘El año nuevo de los árboles’ (2018), un libro de relatos sobre cómo la sociedad europea ha ido escribiendo su identidad y su memoria en torno a los silencios y las ausencias de la Segunda Guerra Mundial. Como los silencios sobre el Holocausto, que se está diluyendo, como demuestra el auge de la extrema derecha. Es fundamental recuperar la memoria histórica. Si no la preservamos, lo que ocurrió parecerá un relato de tercera mano que ya no afectará de la misma forma a las generaciones venideras y se podrá falsear.
Lo mismo escribes de cosas serias que de cómic, como en ‘Cartas desde Krypton’…
No hay alta y baja cultura. Me interesan todas las manifestaciones culturales de los siglos XX y XXI y dejar al cómic fuera de esa ecuación es una salvajada, porque tiene gran capacidad de incidencia en la sociedad. El primer número de ‘Los 4 fantásticos’ vendió 300.000 ejemplares en un mes en EEUU. ¿Cuántas obras literarias ‘elevadísimas’ tienen esa capacidad de impacto?
El reconocimiento de Granta, ¿va a cambiar tu forma de escribir?
No. Lo único diferente es que de pronto hay otros lectores, otros editores y otros críticos que se van a fijar en mi. Aunque es posible que en el futuro tenga más facilidades para publicar en editoriales que pongan mi obra en manos de más gente.
¿En qué proyecto literario trabajas ahora?
Gracias a la beca Montserrat Roig, estoy escribiendo una novela sobre la identidad y la memoria que trata de un editor judío de Barcelona al que invitan a un viaje institucional a Egipto, el estado del que huyeron sus antepasados. Ese choque le hace plantearse quién es y qué implica ser barcelonés, heterosexual o del Barça. Los buenos libros generan interrogantes no respuestas. III