Manuel Reyes | Sábado 02 de octubre de 2021
Durante todo este verano, hemos estado atentos al culebrón del verano, a las idas y venidas que Generalitat y Gobierno de España han tenido sobre el aeropuerto del Prat.
Para ciudades como Castelldefels y Gavà, éste no es un tema menor ya que cualquier modificación puede impactar sensiblemente en la calidad de vida de las personas que viven en sendos municipios.
Partamos de la premisa que ya la tercera pista ya generó un rechazo popular importante y cuyo diseño no fue el mejor posible, y que las soluciones que se pusieron sobre la mesa, en ningún caso fueron las óptimas para los intereses de los vecinos de Castelldefels. Sin embargo, se llegó a un punto de frágil status quo que ya antes de la pandemia seguía produciendo molestias a los vecinos en determinadas ocasiones, y con mayor frecuencia en el verano.
La amenaza aumentó cuando no se garantizaba la configuración de pistas menos dañina para los municipios del litoral, y se especuló con la ampliación del aeropuerto. Los alcaldes socialistas parecían estar a las órdenes de su correligionario de partido y presidente de AENA, Maurici Lucena, olvidando la defensa de los intereses de los vecinos a los que representa. De hecho, fuimos desde el Partido Popular quienes presionamos para que en municipios como Castelldefels hubiese un pronunciamiento claro y contundente por parte del Consistorio para defender a los vecinos de cualquier modificación aeroportuaria que pueda significar una amenaza para la salud de las personas que residen bajo la trayectoria de los aviones.
Ahora parece que el proyecto no despega y se queda sobre la mesa. No sabemos si será un futuro cambio de cromos entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès. En cualquier caso, ellos han decidido que les conviene a ambos ganar tiempo, pero el futuro aeroportuario sigue en el aire sin visos de poner sobre la mesa soluciones que permitan garantizar el desarrollo económico y sea respetuoso con la salud de las personas y el medio ambiente. III