La historia bíblica de Ruth, la espigadora de los campos de Booz, tiene final feliz. La práctica del espigueo ha tenido mucho arraigo en el agro español, cronistas lo describen como habitual, con mujeres y niños, hasta los años 1940-50 en la España seca, ahora vacía.
Y es ahí, entre acelgas, donde encontramos a Irene Casals, que dirige un grupo en Sant Boi, donde los 0,20 €/Kg ya no resultan rentables a un payés que se diversifica al cáñamo industrial; los aumentos de costes y bajos precios, les llevan a muchos al abandono. Cerca de los espigadores, un especialista en el monocultivo de acelgas y con suministro diario a Mercabarna, confirma que desde hace 5 años los precios bajan. Los boletines de precios de Mercabarna lo remachan. Muchos cultivos rozan en sus rendimientos los precios de coste. El Parc Agrari está a 1 kilómetro de Mercabarna. Aun así, las llamadas a los “Espigoladors” son frecuentes dada la baja rentabilidad. A la pobreza de las clases medias urbanas, deberemos sumar la ruina de sus payeses, con un 20% de tierras abandonadas, y el valor de 48.000 euros de la hectárea agraria sigue bajando.
La edad, el desgaste físico, las ZEPAS, la falta de relevo inducida por los precios bajos, conduce al abandono o a arrendamientos de cebada, alfalfa y tal vez al cáñamo, quinoa o plantas exóticas. ¿Quedará algo para espigar dentro de unos años? ¿Quién lo sabe?